Qué
cosa terrible para quien vive de las palabras (escritor, periodista,
corrector, etc.) que las viejas obras nos acechen desde los recuerdos.
Suelo insistir en que una de las mejores cosas que me dejó mi formación de periodista en Círculo de la Prensa es una muy nítida percepción de mi propia mediocridad. Por supuesto que eso es apenas una forma de racionalizar (y quizás incluso romantizar) el feroz perfeccionismo que, a lo largo de los años, ha hecho que sienta una vergüenza casi infinita por las viejas cosas que escribía. "Todos ustedes tienen algo en común, aunque ni se conozcan entre ustedes ni me conozcan a mí", comenzó un profesor la primera clase que tuve cuando estudié counseling, "todos ustedes siempre escucharon los problemas de sus amigos y conocidos y les dieron consejos. Sin embargo, un día se dieron cuenta de que lo que ustedes podían ofrecer no era suficiente. Por eso se anotaron a la carrera y están acá, sino todavía estarían dando consejos". La percepción de la propia mediocridad es, cuando no paraliza, un buen motor para desear mejorar.
Hay un episodio en El laboratorio de Dexter en el que él viaja por accidente a la parte vieja de su laboratorio. Al principio ni siquiera reconoce el entorno. "Quizás pueda encontrar algo útil entre esta pila de basura", dice y redescubre su primer invento (hecho cuando era un bebé): un sencillo circuito eléctrico que encendía un foco y hacía sonar una alarma cuando se apretaba un botón. El flashback es intenso: la emoción de terminar de ajustar el último tornillo y la expectativa antes de apretar el botón. Superada la emoción inicial, exclama "lindo" y lo devuelve a la chatarra. Entonces, de entre la pila, se levanta un grupo de robots. "Fuimos tus primeros robots, todos fuimos tu mejor creación... y nos abandonaste". Dexter huye, perseguido por sus viejas creaciones, hasta que DeeDee lo salva y lo sermonea por su actitud: "Cuando terminas un invento ya estás preocupado por el siguiente; ninguno te importa".
Recorrer los niveles inferiores de la página para revisar las viejas entradas me hizo reflexionar en más de un sentido. No solo se trataba de textos escritos por mí hace doce años, sino de textos escritos por mí hace doce que años que yo consideré lo bastante buenos como para subirlos a un blog y permitir que otros los leyeran. Hay, de hecho, una enorme cantidad de textos inconclusos que duermen momificados en una larga serie de backups anidados, pero cada texto publicado fue mi "mejor creación" alguna vez. ¿Cómo me recibirían esos textos cuando volviera a leerlos? ¿Me atacarían, enojados por haberlos sepultado en el olvido y en la desgracia? Para mi sorpresa, no fue así. No solo pude percibir mi progresión en la escritura a lo largo de los años, sino también identificarme en cada momento: mis obsesiones, mis intentos de experimentar estilos nuevos, mis ideas sobre lo que una buena estética necesita, mi necesidad de sonar intelectuar, mi aprendizaje de la argumentación, el uso de la escritura como catarsis...
Me acerqué a los textos con cierta humildad, como quien desentierra una pieza arqueológica hecha por una civilización perdida y se pregunta cómo puede restaurarla. Los inspeccioné como corrector, los leí como si fueran producciones de alguien más y les hice "chapa y pintura". Descubrí que muchas bromas me hicieron reír, que muchos análisis literarios eran (al menos para un adolescente) bastante ingeniosos y que, incluso, sigo repitiendo en el aula muchas frases que empecé a decir a los 15 años. Me encontré tuiteando cosas que encontraba, expresiones como "generación nublada" o frases como "Esos momentos fugaces donde dejamos todo etnocentrismo de lado y nos preguntamos de qué colores son los sueños de los niños detrás de las fronteras, detrás de los océanos, detrás de nuestra profunda ignorancia geográfica…".
Estos son los planos de las catacumbas de la página:
Críticas de cuentos infantiles:
El origen mismo de la página. En esta entrada explico la evolución que ha tenido desde ese planteo inicial y cómo surgió la idea de hacer algo así. Los cuentos analizados son los siguientes:
—Peter Pan (Peter Pan y sus doctrinas secretas)
—El gato con botas (El felino bien calzado)
—El traje nuevo del emperador (El curro perfecto)
—Las 7 cabritas y el lobo (Mala praxis)
—Blancanieves (Blancanieves no tan blanca)
—Caperucita roja (Homicidio y travestismo)
—El osito Puly (Cuentos poco conocidos, igual de peligrosos pt.1)
—Pulgarcito (Elena nooo)
—La rosa y el sapo (Descorriendo velos y desmitifcando)
—El gatito Pompón (Cuentos poco conocidos, igual de peligrosos pt.2)
—La bella durmiente (La bella durmiente del bosque y la conspiración del castillo)
—Rumpelstiltskin (Rumpelstiltskin, el último alquimista)
—Caperucita roja (Caso cerrado) (texto escrito por un tercero)
—Crestita, el gallito valiente (Crestita, el gallito valiente)
—El soldado de plomo (La revolución según Dinamarca)
—Piel de asno (Pellejo de jumento)
—Barba azul (Barba azul)
—Riquete el del copete (El hombre pluscuamperfecto)
—El flautista de Hamelín (Hunter Children)
—Cenicienta (El lado oscuro de Cenicienta)
—Pinocho (¿Quo vadis, Pinocchio?)
—Los enanos y María, la huerfanita (Cuentos poco conocidos pt.3)
—La niña sin manos (Las manos cortadas)
—El árbol de enebro (El árbol, el canibalismo y una bella historia)
—Pedro Melenas (Terapia de shock)
—Sobre el uso de animales en cuentos infantiles I (Significación animal)
—Sobre el uso de animales en cuentos infantiles II (El animal en la vida del niño)
Editoriales:
—He vuelto
—Ibídem
—Nota editorial al pasar
Romina:
Una vez, cuando vivía en villa Crespo, iba remontando la calle Thames desde Corrientes. De pronto un auto dio un frenada muy brusca, lo manejaba un hombre que decía algo a los gritos que no pude escuchar. Una mujer abrió la puerta del copiloto y amagó a bajarse. Discutían. Al final ella cerró la puerta y el auto aceleró por la calle. La secuencia debe de haber durado no más de dos o tres segundos, pero me impresionó mucho. Me pregunté quién sería esa mujer, por qué estarían discutiendo y si ella estaría bien. Escribí un texto de prosa poética (quizás el primero de toda mi vida) sobre ella y la llamé Romina. Todas las mujeres de rostro triste que veía en la calle me recordaban a ella. Así empecé una nueva y experimental sección en la página, llamada Romina, en recuerdo a esa chica. Los textos dedicados a chicas tristes se mezclaron con otros que escribía para chicas que me gustaban, con esa tristeza amarga que florece de madrugada y con ese hábito —cultivado a fuerza de la repetición— de acostarme tarde.
—Romina—Romina [2]
—En toda mentira hay… (Inserte frase)
—La amiga de Romina
—La moneda lanzada al vacío
—Paréntesis
—Garibotto
Mundo enfermo y triste:
"Bienvenidos a Mundo enfermo y triste, esta noche verá gente como usted, solo que más patética". Mundo enfermo y triste es un programa de noticias bizarras que aparece en la serie Daria y que parodia un noticiero sensacionalista de la trash tv. Como referencia a la serie, así se llamó, cuando hice prácticas de radio en la facultad de periodismo, un programa que homenajeaba el espíritu del programa: noticias grotescas, opiniones sin fundamentos y música indie heterodoxa. Luego se convirtió en una sección de la página que catalogaba trabajos variopintos de temas, por lo general, marginales.
—Espectros subconscientes—Periodismo profundo
—Gajes y gajos del oficio—Locura humana
—Salad Fingers