Son muchas las funciones que cumple el animal en la delicada
conformación de la personalidad infantil. Recordemos ahora que, más allá de la simpatía virtual que el animal despierta
en el infante —a nivel editorial como un mercado fácil—, es de fondo una elección
de parte del adulto narrador que determina que el animal sea personaje o
protagonista.
Socialización. "Es
el proceso mediante el cual alguien aprende los modos de la sociedad en tal
forma que puede funcionar en ellos. La socialización incluye tanto el
aprendizaje como la internalización de las pautas, valores y sentimientos
apropiados". Elkin – El niño y la sociedad.
De esta manera el adulto le enseña al niño cada una de las posiciones que
existen en la estructura social así como las conductas esperadas de alguien que
ocupa un status dado (o roles). La enseñanza cobra forma con el uso del animal
como pretexto para fomentar conductas en el niño (ejemplo: promover la precaución ante lo desconocido). La socialización no se reduce al aprendizaje de roles y
al status, sino a la progresiva organización de la constitución del Yo, la
identidad, la diferenciación del Otro. Algunas de las características predilectas de los animales
para los niños son su tamaño diminuto y su condición de hijos (fijado por el
diminutivo. Cerdito, caballito, etc.). No son estéticamente privilegiados ni
pertenecen a una alta escala zoológica, facilitando así la identificación. La picardía y la astucia permiten a los animales pequeños
vencer a los grandes, que demuestran ser, por lo general, torpes. La necesidad de protección y seguridad es también tratada en el cuento
infantil, donde se requiere como condición el rol de obediencia del niño. El hecho natural del crecimiento y la amistad forman también
parte de esta enseñanza de socialización. La amistad engloba aquí diversos
roles que, supone, debe cumplir el individuo:
—El rol de la cooperación
—El rol de la gratitud
—El rol de la generosidad
—El rol de la generosidad
Algunos autores hacen un uso diferenciado —quizás
inconsciente— del animal. Son aquellos que, preocupados por hacer una tajante
distinción entre el mundo instintivo y el racional, adoptan una actitud
negativa frente a las pulsiones animales —de las que se deberá despojar el niño
para lograr una adecuada socialización-—, olvidándose del estado premoral del
personaje.
Contacto con la
naturaleza. Distinguiendo dos grupos en relación con la naturaleza. Al niño
de las grandes ciudades el animal le abre un panorama de dimensiones
habitualmente desconocidas. El de las zonas rurales, en cambio, se afianza en
su medio natural; el relato es confirmatorio de sus experiencias de dominio del
campo animal sobre la base de resultados de una observación directa.
Teniendo en cuenta la dificultad en las grandes ciudades
para tener contacto con la naturaleza, es notable que la literatura infantil
disponga de un lugar adecuado para ello.
Apertura a
interpretaciones de la psicología profunda. El animal le permite al niño,
como objeto transicional, dejar su narcisismo primario para acceder a otros
objetos de amor distintos de él. Como objeto de desenvolvimiento afectivo, es
un medio de socialización, un elemento que permite el posterior pasaje a otros
seres. Por eso en la adolescencia y en la madurez declina notablemente el
atractivo por el animal, que pierde prestigio con el crecimiento. Ha cambiado
el foco de atención: el hombre es ahora el centro privilegiado y el animal
se vuelve simple accesorio o medio.
Animal y edad del destinatario
—Desde el nacimiento hasta los 2 años y medio, el niño no
establece diferencias absolutas entre hombres y animales. Como no piensa en
términos de externo-interno y todo es para él real, incluso se produce la
indiferenciación entre juguete y animal de verdad. Esta etapa es casi ignorada
por escritores y editores. La producción,
más que literaria, se resuelve por medio de imágenes de animales sueltos o
secuencias mínimas muy simples, con ausencia casi total de texto.
—Para los niños de 2 años y medio hasta 5 o 6 años, los
textos presentan cortos relatos con secuencias simples de personajes animales
humanizados. “Todas las cosas que el niño conoce, siente o ve las reconoce como
la totalidad del mundo y formando parte de la realidad externa. Nada es para él
interno y subjetivo” (Piaget). Se trata de que cada animal actúe de acuerdo con sus características reales,
pues ello ayuda al niño a situarse en el mundo y comprenderlo.
—De los 6 a los 9 años la visión objetiva se acentúa.
Abandonando el egocentrismo, el sociocentrismo requiere el afianzamiento con
los seres y objetos predilectos. El progreso en el campo
intelectual-cognoscitivo hace que el niño tome un contacto más agudo y efectivo
con los animales. Es el período del cuento y, especialmente, del cuento con
personaje animal dotado de vida propia.
—En el período que se extiende desde los 9 hasta aproximadamente
los 12 años, el animal casi desaparece como protagonista con vida propia. Es
complemento del cuadro narrativo.
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