martes, 30 de junio de 2009

Caperucita (caso cerrado)


Ya han leído de mi pluma (o teclado, para ser más verosímiles) un análisis sobre Caperucita roja y el lobo. Pero esta vez he logrado obtener, de una fuente tan fidedigna como un versado hombre de leyes que ha dedicado su existencia a sumergirse en doctrinas jurídicas retorcidas, la siguiente sentencia contra la menor alias Caperucita. El siguiente fallo no es nada más ni nada menos que la voz de la pseudojusticia ante la cual hay que regular nuestras efímeras vidas. Si al leer el fallo a alguno se le cruza la palabra “coima” por la mente, es pura coincidencia…
Personalmente opino que esto servirá para romper el monocromático estilo que este blog viene piloteando desde su difusa creación; sin más, este es el fallo:

Visto y considerando:

1) Que Caperucita no desconocía que podía encontrarse con el Lobo. 2) Que tampoco era ajena al hambre del Lobo, ni a los peligros del bosque.
3) Que si le hubiera ofrecido la cesta de la merienda para que el Lobo calme su hambre, no habrían ocurrido los sucesos referidos más arriba.
4) Que el Lobo no ataca a Caperucita de inmediato, y que hay evidencias de que primero conversa con ella.
5) Que es Caperucita quien le da pistas al Lobo y le señala el camino de la casa de la abuelita
6) Que la anciana es inimputable ya que confunde a su nieta con el Lobo.
7) Que cuando Caperucita llega y el Lobo está en la cama con la ropa de la abuela, Caperucita no se alarma.
8) Que el hecho de que Caperucita confunda al Lobo con la abuelita demuestra lo poco que iba a visitarla, hecho que tipificaría un abandono de persona por parte de la joven Caperucita.
9) Que el Lobo, con preguntas simples y directas, quiere desesperadamente alertar a Caperucita sobre su posible conducta.
10) Que cuando el Lobo, que ya no sabe qué más hacer para alertarla, se come a Caperucita, es porque ya no le quedaba otra solución.
11) Que es altamente posible que antes Caperucita hiciera el amor con el Lobo y lo disfrutara.
12) Que la versión de que Caperucita, cuando oye la pregunta del Lobo: «¿Adónde vas?» responde: «A bañarme desnuda en el río..», según testimonio de la ardilla que dice que le confeso el sapo antes de fallecer, cobra cada día más fuerza.
13) Que se desprende del punto anterior que es Caperucita la que provoca los más bajos instintos, brutales y depredadores, en la pobre fiera.
14) Que el Lobo ataca, pero tal hecho corresponde a su propia naturaleza y a su instinto natural y animal, exacerbados por la conducta de la susodicha Caperucita
15) Que párrafo aparte para la madre de Caperucita, quien exhibe culpabilidad por no acompañar a su hija. Por todo lo antes dicho, se revoca el fallo de Cámara, absolviéndose al Señor Lobo y se dispone además:
  1. Apercibir a la familia de Caperucita, imponiendo a la abuela presentarse en hospital a designar, para su observación gerontológica.
  2. A la madre condenarla al pago de las costas y honorarios correspondientes derivados del presente juicio.
  3. A la familia de Caperucita a pagar la suma de $100.000 en concepto de indemnización al señor Lobo.
Aclarase asimismo en el presente fallo que este proceso no afecta el buen nombre y honor del Señor Lobo y que este juzgado agradece el apoyo de las madres y abuelas de Plaza de Mayo en favor del señor lobo. Publíquese, archívese, y téngase por firme el presente fallo.
E. Raúl Zaffaroni

Nota: según revisé al editar esta entrada, el anterior texto circulaba en cadenas de mails y diarios en el 2009 como una crítica al garantismo cuya cara visible fue el juez Zaffaroni.

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