En su artículo La metafísica del ser electrónico,
Michał Ostrowicki debate el entorno electrónico como una esfera del ser. Para
tal fin, la noción de la “esfera electrónica” es utilizada como sujeto de
análisis ontológico. Ostrowicki postula que la problemática de la esfera
electrónica representa una parte de la ontología y la designa como “ontoelectrónica”.
Hace una distinción entre imagen
electrónica y ser electrónico,
indicando así que difieren el uno del otro en cuanto a su estatus existencial
y, por lo tanto, niega cualquier equivalencia metafísica entre ellos. Esta
distinción entre imagen electrónica y ser electrónico es postulada como
fundamental a la problemática de la metafísica de la esfera del ser
electrónico.
Perfil del autor
Michal Ostrowicki
(también conocido como Sidey Myoo) enseña estética y filosofía en la
Universidad Jaguelónica y en la Academia de Bellas Artes (Cracovia). Sus áreas
de interés en investigación incluyen el arte electrónico, aspectos del ámbito
electrónico, cibercultura y arte contemporáneo, además de e-learning
(aprendizaje online) y Segunda Vida.
Ha publicado numerosos artículos en dichos campos de estudio.
Primera traducción al español hecha por Adriana Virginia Tramontín.
Postulo que la esfera electrónica en el mundo actual
dirige intencionalmente hacia una problemática electrónica, creando condiciones
para satisfacer las necesidades y requerimientos humanos. Así, el mundo físico
parece ir perdiendo algunos de sus valores, mientras la esfera electrónica se
enriquece y desarrolla. Podríamos decir que crece paralelamente al mundo
físico: por lo tanto, lo importante no es el hecho de que ella crea capacidades
y nuevas posibilidades inalcanzables en éste, sino más bien que la esfera
electrónica se vuelve real (ver Turkle 29-73, 186-208).
Sin embargo no usaremos
los términos “virtual” o “realidad virtual” ni “real” o “mundo real”. Los mismos
están determinados históricamente y son conceptos adquiridos que resultarían
inadecuados para describir la esfera electrónica. La noción de “virtual” está combinada,
principalmente, con otras tales como “artificial” o “simulada”. De esa manera,
mi uso del concepto de la esfera del ser electrónico se hallaría así en la
condición de brindar nociones no aplicables ni útiles, con connotaciones de
irrealidad o no-realidad. El término “realidad” es utilizado en tantas maneras
diferentes y tiene tantas implicaciones filosóficas que su significado parece
casi misterioso. En su lugar, usaré las nociones de “mundo físico” y “esfera
electrónica” o “realis electrónica”.
La “ontoelectrónica” —una designación que propongo— sirve para describir la esfera
electrónica como una clase de realidad, y así me centraré en la ontología de
los seres electrónicos y la existencia de un humano dentro de ellos. La
ontoelectrónica puede ser considerada como parte de la ontología, útil para la
búsqueda e investigación dentro de la esfera electrónica del ser,
constituyéndose así en objeto de análisis. La ontoelectrónica ha llegado a ser
comparable con otras formas de la problemática filosófica de los seres, pero aquí
intentaremos suscitar las propiedades y naturaleza de la electrónica como una
clase de realidad. En otras palabras, la descripción de la esfera electrónica
cambiará de “útil” a “existencial”, y así comenzaremos a hablar de ella como estando
incluida en la actividad humana real, donde las personas y los sujetos
adquieren realidad y valor.
(Ver Rajchman 501-02).
Utilizo el concepto de “realis electrónica” para sugerir la noción del ambiente creado
electrónicamente como algo objetivo y verdadero. Similares a mi realis electrónica son las nociones
propuestas por Myron Krueger (“realidad artificial”), Michael Heim (“realismo
virtual”), y Howard Rheingold (“comunidad virtual”). Estas nociones surgen, en
general, de considerar el ambiente electrónico como más artificial en
significado o en su conexión con la tecnología o estructura social. La esfera
electrónica tiene un sentido ontológico, aunque
general, y describe una perspectiva de análisis de los seres
electrónicos similar a la del análisis ontológico de la esfera de ideas o del
mundo físico (“real”). La esfera electrónica describe la problemática
electrónica como una alternativa a otros tipos de realidad. Una persona puede
ser dirigida hacia muchas clases de realidad circundante y no está conectada con
una sola esfera del ser, sino que puede reconocer una variedad de seres,
juntamente con sus diferencias
ontológicas. De esta manera, estoy interesado en la forma en que la esfera
ontológica del ser se vuelve real, y en la clase de ontología que se necesita
para su descripción, y utilizo el concepto de realis electrónica para subrayar que las clases de actividad humana
que tienen lugar en la esfera electrónica son comparables a las que previamente
pertenecían al mundo físico. Cuando una actividad particular se transfiere a la
esfera electrónica y se vuelve real, cambia su estatus ontológico en relación a
su existencia previa en el mundo físico. El contenido de la actividad no cambia,
pero sí lo hace su esfera del ser. Además, la expresión realis electrónica se emplea en el sentido de la esfera
electrónica, cuando los objetos electrónicos se vuelven confiables y
obligatorios para alguien.
El problema de la realidad de la esfera electrónica ya
ha sido solucionado principalmente en relación con el así llamado “mundo real”.
Primero, ciertas filosofías, comenzando con la metafísica platónica y llegando
a análisis ontológicos posteriores del mundo real, se inclinaron a dudar de su
existencia. Segundo, el aspecto no-físico de la realidad ha estado cercanamente
relacionado con los seres humanos, o sea la metafísica de la espiritualidad o
el estatus ontológico de los valores éticos o estéticos, incluyendo el arte.
Desde esta perspectiva, si somos incapaces de emitir juicios metafísicos
concernientes a la existencia del mundo físico o postular su metafísica,
podemos en cambio inquirir o indagar en busca de otras clases de realidades. Si
en metafísica no podemos, con certeza, declarar el estatus ontológico del mundo
físico, ¿cómo podríamos acentuar su “realidad” en contraste con la naturaleza
“no-real” o “artificial” de otras esferas del ser? (ver Welsch 175-81). Cuando
consideramos y examinamos el fenómeno de la esfera electrónica, se hace
evidente que, en ella, algunas clases de seres son reales, tales como la información,
la comunicación y la interacción humana, que pueden ser consideradas como
sujeto ontológico de análisis, especialmente cuando este tipo de realidades
llegan a ser comparables con las que se encuentran en el mundo físico, y resultan
tan valiosas como ellas, o aun más importantes. De esta manera, la esfera
electrónica se entiende aquí no sólo como una continuación del mundo físico,
sino como constituyendo un ámbito individual y distinto que es ontológicamente
diferente del mundo físico.
Las características de la ontoelectrónica están
conectadas con los fenómenos observados y descritos por comentaristas al
comienzo de la era de la computarización, extendiéndose a la cibercultura desde
los años 70 en adelante (ver, por ejemplo, Heim, The Essence of VR —“La esencia del Realismo Virtual”—). Algunas nociones
bien conocidas y habitualmente aplicadas para describir el ámbito electrónico,
especialmente cuando el mismo es considerado meramente como un medio de
comunicación o una extensión del mundo físico, son conceptos tales como la interactividad (conectada con la
alinealidad), la inmersión (significa
una clase de energía que puede redirigir la intencionalidad humana desde el
mundo físico hacia el electrónico), la telepresencia
(concerniente al discurso que involucra imágenes), la telemacidad o telemacencia (NOTA 1). De todos modos, estas palabras resultan inadecuadas para la descripción
ontológica. El problema es: ¿Cómo aparecieron estos fenómenos? ¿Cuál es la
esencia, o sea el estatus ontológico de la esfera electrónica que puede usarse
para describirlos?
La ontoelectrónica ha adquirido su propio sujeto de
descripción: tenemos dos clases de esferas del ser, la física y la electrónica,
y dos ontologías. De tal manera, estoy interesado en las diferencias entre
categorías de ontología en tanto y en cuanto se apliquen a la esfera
electrónica del ser, y en las distinciones que surgen entre ellas a partir de
esas diferencias ontológicas. Resulta así que el problema general de la
ontología de la esfera electrónica surge de un entendimiento comparativo de
seres físicos e inmateriales. La esfera electrónica se diferencia de la física
en su estatus material. A través de la historia, la humanidad ha cambiado el mundo físico, en un sentido,
transformando la naturaleza en un artefacto (NOTA 2). La
creatividad humana consideró la cualidad de “fisicalidad”, y la mente pudo
vencer la problemática (o la materia) física. Así puede decirse que el mundo
humano comenzó en la mente humana, en la conciencia, o simplemente como una
intuición que inició la transformación de la fisicalidad dándole una nueva
forma y adaptándola a las necesidades del hombre. Sin embargo, en contraste con
el mundo físico, donde los humanos transforman la naturaleza en artefacto, en
la esfera electrónica pueden crear sin la mediación de la materia física. Durante
el proceso histórico de la transformación de la naturaleza no hubo diferencia
en su materialidad, sino solamente en su forma: la creación y la transformación
de la fisicalidad se basaron consistentemente en una clase de materia. En el caso de la esfera electrónica del ser,
hablamos de la inmaterialidad, por lo tanto podemos referirnos a seres cuya
existencia es inmaterial, en contraste con la fisicalidad.
La transformación humana de la materia física puede
ser comparada con una búsqueda de la diversidad, o incluso una destrucción del
material de la naturaleza y su recreación en una nueva forma de fisicalidad: el
mundo humano. La “materia” electrónica no es transformada con manos o herramientas,
sino más bien como resultado de un acto intencional. Para los seres humanos, la
materia física está limitada, y su cantidad finita parece ser percibida
sintéticamente y a priori. La “materia” electrónica, por el contrario, se
presenta inexhaustible: al ser generada a la par del progreso tecnológico,
parecería ser ilimitada. Ambas clases de materia proveen material para la
creación de realidad humana: electrónica o física. Ninguna de las dos está
definida filosóficamente, pero ambas podrían ocupar el mismo plano si se
describiesen en términos de ciencia natural (por ejemplo, en el nivel de teoría
corpuscular resulta que la realidad
electrónica y la física son similares en naturaleza pero diferentes en
apariencia). Dada la uniformidad de la materia en términos de física cuántica, sería
posible proponer una descripción monista en la cual ambas realidades puedan ser
descritas en términos no-materiales. La electrónica brinda un acceso sin
precedentes a una forma de materia diferente, en calidad, de la materia física;
y permite una clase de creación que resulta imposible en el caso de esta última.
La cuestión es, entonces: ¿Cuánta es nuestra necesidad de una dimensión física,
si es que siquiera existe esa necesidad? Cuando observamos el proceso de implementación
de varios tipos de actividad humana en la esfera electrónica, y la aparición en
ese ámbito de contenido humano en forma inmaterial, podemos discutir que las
personas modifican su actitud y su conciencia y, toda vez que les es posible, tienden
a usar formas electrónicas para ciertos procesos, por ejemplo información,
educación, comunicación y expresión. Esto podría considerarse un trabajo de
adaptación de categorías cognitivas de la mente a la materia no-física, por
ejemplo, experimentando telemáticamente en categorías inmateriales.
La esfera electrónica y la física difieren entre sí
en su relación con el espacio, e inclusive con el tiempo. Los seres humanos
estamos acostumbrados a que el espacio sea determinado o descrito por el
espacio-tiempo filosófico o físico. La electrónica brinda una comprensión
diferente del espacio y el tiempo, que es particularmente notoria en la
alinealidad de las conexiones o la accesibilidad: los humanos y las cosas
pueden ser hallados más fácilmente en la esfera electrónica que en el mundo
físico. Allí el espacio no se mide en términos físicos sino que es
no-dimensional con respecto a las categorías del mundo físico, y podría
describirse en términos de desplazamiento y alinealidad. Actuamos en el espacio
electrónico mientras nos movemos en el espacio físico. Esto podría llamarse
relativismo espacial, es decir, el espacio físico determina el espacio humano,
mientras que el espacio electrónico es determinado conscientemente. Tal como el
conocimiento de la dimensión física inclina a la persona a moverse en ella, así
la experiencia del espacio electrónico nos inclina a movernos en él. Éste,
debido a su alinealidad, aparece como no-paralelo a las categorías de la
tridimensionalidad y el tiempo del espacio físico, y atemporal con respecto a
dichas categorías. Los humanos no existimos en el espacio electrónico en el
sentido de pertenecer a él, sino como su centro, en un lugar dimensionalmente
indeterminado que podría ser llamado “la centralización del espacio en la esfera
electrónica”. El tiempo es más difícil de describir debido a su conexión con la
biología humana. Es posible que, en algunos casos, el tiempo en la esfera
electrónica pueda ser determinado en un sentido psicológico —conectado con la
aceptación de uno mismo y la intensidad de la propia actividad. En este
sentido, especialmente en conexión con la identidad humana, el tiempo podría
ser definido relativamente, no sólo por la propia biología, sino por una
personificación en identidad electrónica.
Con respecto al espacio, podemos referirnos a él con
dos significados: el primero concierne al lugar físico (que puede describirse como
hardware, una estructura, un espacio
localizado en un disco de computadora) y el segundo significado tiene que ver
con el lugar en la esfera electrónica donde uno comienza su actividad. El
primer aspecto está conectado con la descripción del mundo físico, y está
relacionado con la cuestión general de la materia en él. El segundo describe un
sitio en la esfera electrónica como lugar personal, o lugares que han llegado a
ser importantes para alguien (ver Healy 62-64). Puede ser más profundo que mera
comunicación (por ejemplo, e-mail o sitios web), cuando hablamos acerca de un espacio
donde la gente se reúne frecuentemente para trabajar o cumplir deseos reales,
como en el mundo electrónico del 3D. La problemática del lugar resulta de las
diferencias en las tecnologías en desarrollo. Tiene sus orígenes en nuestro
contacto electrónico, por ejemplo, el uso de comunicadores, donde el usuario es
visible en virtud de iniciar sesión, dando lugar a una clase específica de
contacto frecuente, diario. Esas personas no necesitan hablar unas con otras
por meses y meses (a veces ni siquiera hablan en absoluto); sin embargo, el
mero hecho de juntarse en Skype, por ejemplo, les da un sentimiento de
presencia y cercanía mutuas. Esta clase de experiencia no puede ser creada en
el mundo físico. Tales situaciones producen relaciones únicas, que la gente no
considera utilitarias, sino, más bien, en las cuales las personas se valorizan
unas a otras. Es posible que nunca perdamos las conexiones creadas de esa
manera y que nuestros contactos de Skype
siempre estén con nosotros cada vez que nos conectemos. La mensajería
instantánea, los ámbitos de 3D, o los blogs, se transformaron en lugares donde
la gente se reúne, y a veces incluso necesita que esos lugares sean parte de su
mundo. Los espacios en la esfera electrónica unen a las personas,
frecuentemente a través de intereses compartidos, sin ningún tipo de
limitaciones regionales o globales, y entre tales contactos puede darse también
el caso de una relación personal más profunda, que comprenda valores humanos
que podrían ser poco comunes, e inclusive únicos para alguien en el mundo
físico. Con la tecnología, las personas no sólo crean lugares en la esfera
electrónica, sino que también cambian los sitios en los que pasan su tiempo,
como por ejemplo, en dónde trabajan o viven; en este sentido, la gente a veces
abandona un lugar físico. Estos espacios en la esfera electrónica pueden ser
más accesibles que aquellos en el mundo físico, y pueden reunir una variedad de
personas a quienes les sería imposible encontrarse y llegar a conocerse en
lugares físicos. Los espacios en la esfera electrónica pueden llegar a ser
valiosos y significativos, siempre abiertos para quien desee entrar y estar
presente.
Además, una perspectiva antropológica comprende
relaciones entre los seres humanos y la esfera electrónica del ser. La antropización es el proceso que involucra
la redirección de la intencionalidad cuando alguien encuentra que la esfera
electrónica tiene interés real para él. El concepto se halla conectado con una
transferencia de sujetos, trabajo, y frecuentemente vida emocional personal
(ver Dyson 85-93). Estas relaciones
confirman otros dos procesos: el de implementación
y el de alojamiento. El primero
describe una perspectiva personal y subjetiva de la esfera electrónica, que
crea la realis electrónica, mientras
que el segundo se refiere a una perspectiva objetiva de cómo la esfera
electrónica “llega a estar saturada” y crece al albergar a toda posible clase
de actividad humana. Estos dos procesos construyen uno más avanzado, más
general, que es la ya mencionada antropización de la esfera electrónica, mediante la cual ésta se enriquece con valores humanos.
El intercambio continuo entre las esferas humana y electrónica produce modificaciones
cualitativas, por medio de las cuales la humanidad y la esfera electrónica se
acercan mutuamente. El proceso de implementación
es también interesante porque está aumentando constantemente, asumiendo así
mayor importancia en la vida diaria. Cuando las personas transfieren actividad
hacia la esfera electrónica, alcanzan un balance existencial entre los mundos
físico y electrónico. Este balance provee la oportunidad para elaborar la
propia identidad y de esa manera experimentar y desarrollar la existencia (ver
Popper 355-70).
Hallamos que los sentimientos en la esfera
electrónica son reales. Esta esfera podría ser específica en su esencia para
alojar una expresión espiritual de humanidad. La inmaterialidad de la esfera
electrónica da cabida a la humanidad, quizá porque carece de una dimensión
física y puede por la tanto contener naturalmente características humanas
no-físicas. Así, la espiritualidad migra sin esfuerzo hacia la esfera
electrónica, donde los valores espirituales son comunes y están extendidos. El
aspecto existencial de la realis
electrónica suscita la verdad acerca del ser humano y sus intenciones auténticas,
y brinda un espacio para su realización. Este aspecto está conectado con
algunos otros, tales como el proceso de incorporación,
cuando alguien se identifica con su cuerpo electrónico, especialmente en un
ámbito de 3D, y crea su lugar en la realis
electrónica. Esta personificación permite la posibilidad de cambiar el propio
cuerpo electrónico, y la aceptación del mismo puede, para algunas personas, ser
más fácil que aceptar su cuerpo biológico.
Podría ser descrito otro proceso —retroalimentación— que tiene lugar
cuando alguien intenta cambiar su vida en el mundo físico, sobre la base de
estrategias de comportamiento y apariencia adquiridos al construir el
autorretrato electrónico. La gente no sólo crea valores en la esfera
electrónica, sino que también descubre que éstos se vuelven reales e
importantes para ellos (por ejemplo, Facebook), lo cual puede capacitar a la
persona para recibir retroalimentación yendo desde la esfera electrónica hacia
la física. Es posible para alguien cambiar su vida en el mundo físico a través
de la experiencia en la realis
electrónica. Aquí soslayaré este tema difícil y provocativo porque es demasiado
amplio y sensible, y bordea las ciencias psicológicas. Sin embargo, postulo la
posibilidad de que los valores de la esfera electrónica lleguen a impactar la
vida de la persona en el mundo físico. Además, tener una identidad electrónica
permite el uso de estrategias sociales que pueden cambiar las relaciones entre
las personas en el mundo físico. La realis
electrónica brinda muchas oportunidades para corregir aquello que anteriormente
haya sido mal hecho.
La evolución corre más rápido en la esfera
electrónica (que surge de la conexión entre los seres humanos y la tecnología),
entretejiendo la evolución humana y la tecnológica. La evolución del mundo
físico, basada en la naturaleza, avanza más lentamente y sólo en parte determina
la evolución humana. La tecnología acelera esta evolución y tiene un efecto decisivo
sobre la humanidad. Este aspecto tecnológico nos deja más estrechamente
enredados en interconexiones electrónicas que cuanto estuvimos nunca antes, continuando
así con un proceso que ha estado siempre presente en la historia, desde la
primera hoguera en una cueva hasta la aparición del procesador de silicona.
También hay una diferencia histórica en la manera en que es visualizada la
sucesión generacional. He notado que la comprensión actual de la misma puede
definirse en términos de tecnología, y que el proceso no es, necesaria y
solamente, de tipo biológico. El período de la sucesión generacional en la era
de la electrónica es más corto que antes: podría decirse que, en términos de la
tecnología cambiante, una nueva generación ocurre cada pocos años. De tal
manera este aspecto de la ontoelectrónica podría también ser descrito como una
perspectiva cultural del factor tecnológico en la vida humana de todos los
días. Los procesos de la ontoelectrónica sugieren que la esfera electrónica es
algo difícil de definir aun usando nociones que describan imágenes electrónicas, cuyo rol puede ser el
de proveer una clave para entender la diferencia entre la esencia de una imagen electrónica y un ser electrónico. La primera es una representación
del mundo físico: constituye una realidad mediática y podría definirse como una
categoría que no puede ser considerada como existente, en un sentido metafísico
comparable, en el mundo físico y en el electrónico. Las imágenes electrónicas
como categoría de simulación son derivativas y artificiales y no tienen
dimensión ontológica, como sí la tienen los seres que son fuente de la imagen.
Así, las imágenes electrónicas son inexistentes en el sentido metafísico. Los
productos de estos medios que representan el mundo físico carecen de cualquier
dimensión metafísica y son meramente imágenes o simulaciones. Esta comprensión
de los medios, sin embargo, es inadecuada para el análisis de los seres
electrónicos. El tema de las imágenes tiende a tratar la problemática del
ámbito electrónico en términos de efectos o simulación, y tal abordaje podría
guiarnos a considerar la actividad humana y la esfera electrónica como
irreales, haciendo imposible una ontología de los seres electrónicos. Éstos
surgen en la esfera electrónica: no son imágenes de algo que los precede, sino
que son creados originalmente de manera que constituyen realis electrónica. Un debate sobre imágenes y seres electrónicos
revela una diferencia fundamental que surge de su conexión con el mundo físico
o con la esfera electrónica. Las imágenes electrónicas definen el mundo físico
y los seres electrónicos definen la realis
electrónica. Este problema tiene que ver con dos situaciones: primero, una
persona enfrentada con una imagen mediática es dirigida hacia el mundo físico;
y segundo: la persona es ahora dirigida al mundo electrónico, por eso vemos que
esta vez no está tratando en absoluto con una imagen del mundo físico sino
puramente con el mundo electrónico.
Mi argumento es que cuando se habla de la naturaleza
de una imagen, particularmente de televisión, quien la percibe es el recipiente
de la información. En general, esta clase de cognición directa del medio nos
mueve hacia el mundo físico y tiene una función representacional, usando
imágenes de personas y cosas. La diferencia aparece cuando algo que existe en
la pantalla de una computadora deja de ser una imagen y se transforma en un ser
más tangible, por ejemplo, en los mundos electrónicos de 3D. Allí, la imagen y
el ser adquieren una naturaleza electrónica, pero la primera presenta (o
realiza) una simulación, mientras que el segundo crea un ser o identidad en la
esfera electrónica. Hay una diferencia entre una imagen de alguien y su
identidad creada independientemente de cualquier imagen, eso es, su identidad
electrónica. La primera tiene su origen en el mundo físico, la segunda en la
esfera electrónica, como se ve, por ejemplo, en la palabra coloquial para tal
tipo de identidad: “avatar”. En aquellos medios que dependen de la imagen,
todavía podemos ver un contraste entre un “original” y una “copia” (NOTA 3: ). La información
mediática que crea una imagen del mundo físico no tiene más de real que de irreal:
no pueden aplicarse las categorías de “verdadero” y “falso”; sin embargo puede
describirse en términos de existencia y no-existencia, que es como decir, en este
último caso, que no tiene ningún estatus metafísico. La gente acepta los medios,
tales como la televisión, sin saber cuánto de ella es verdad y sin tener
ninguna manera de chequearlo. Las consecuencias metafísicas surgen de un
análisis que no se refiere a una imagen electrónica sino a la realis donde son creados los seres
electrónicos: “Cuando tengo la imagen de una lapicera, la entiendo como una imagen
de la lapicera, pero cuando puedo hablar de una lapicera creada
electrónicamente, cambia mi comprensión de esa lapicera: ella, así como la
posibilidad de escribir, se han hecho reales. Cesa de ser una imagen o un
proceso de simulación, y en cambio se transforma en una lapicera real,
electrónicamente existente, y el proceso de escritura es real también”.
Cuando alguien crea para sí un contexto dentro de la
esfera electrónica independientemente de su identidad en el mundo físico, tal
creación no es artificial ni simulada. En esa situación, se adquiere una
identidad juntamente con una visión acerca de la vida, pero no mediante la
transformación de la propia imagen en el mundo físico, sino por medio de la
creación de una identidad de novo (nueva).
Ésta no es una imagen de alguien, sino una identidad dirigida a la esfera
electrónica del ser, y no al mundo físico. Cuando hablamos de la metafísica del
mundo electrónico y las actitudes de las personas hacia ella, estamos
describiendo una situación donde todas las intenciones y acciones están
direccionadas hacia la esfera electrónica y no están sustentadas en el mundo
físico. Me refiero aquí a los usos que son electrónicamente creados o que hemos
formado nosotros mismos, especialmente en entornos 3D tales como Second Life.
Allí es posible adquirir objetos como casas y ropa, cosas que también tienen un
valor financiero en el mundo físico. La identidad electrónica de algunos
individuos puede ser tan íntima y personal, que ellos no desean crear ninguna
otra nueva. La propiedad electrónica de edificios y otras posesiones es formada
a partir de materia electrónica, la gente y los objetos son tratados como
reales y útiles, y son experimentados verdaderamente: no son simulados sino que
existen en una realidad alternativa. Hablo de la esfera electrónica de los
seres como un mundo poblado por humanos, en el cual la gente no discierne
diferencias en la esencia de los objetos, sino solamente en su materia. Es
obvio que se está transfiriendo al mundo electrónico una cantidad creciente de
elementos y actividades, creaciones que son cada vez más particulares y dan
forma a la vida diaria. El mundo electrónico puede ser considerado como una
esfera de la existencia humana, una realidad en crecimiento y desarrollo que
tiene la capacidad de volverse fundamentalmente importante, no sólo como un
medio compartido de comunicación global, sino también como existencia humana
compartida.
En suma, el mundo electrónico no-físico se expande
invasivamente y como tal puede ser considerado parte de la evolución humana.
Durante años hemos ido transformando el mundo físico en un mundo de artefactos
humanos, pero a través de la historia, la actividad del hombre se enfocó en el
mundo físico. Actualmente, se está creando una nueva clase de realidad: la realis electrónica, que está convirtiéndose en un mundo humano, un
tipo de realidad alternativa en crecimiento, la realidad del mundo electrónico.
—
Obras
citadas
Baudrillard,
Jean.
Simulacra and simulation. (“Simulacros
y simulación”). Trad. por S. F. Glaser.
Ann Arbor: U. of Michigan Press (Prensa de la Universidad de Michigan), 1994.
Dyson,
Frances. Wireless
Affection, Embodiment and Emotions in New Media/Theory and Art. (“Afecto
inalámbrico, personificación y emociones en los nuevos medios/Teoría y arte”).
Londres, Thousand Oaks and New Delhi, Vol. 11, N°4: 85-93.
Healy,
Dave.
Cyberspace and Place: The Internet as
Middle Landscape on the Electronic Frontier. (“El ciberespacio y el lugar:
la Internet como paisaje intermedio en la frontera electrónica”). Internet Culture (“Cultura de internet”).
Ed. D. Porter. Londres: Routledge 1997. 62-64.
Heim,
Michael. The Essence
of VR. (“La esencia del Realismo Virtual”). Idealistic Studies (“Estudios idealistas”) 23.1 (1993): 49-62.
Heim,
Michael. Virtual
Realism. (“Realismo Virtual”). Oxford: Oxford University Press (Prensa de
la Universidad de Oxford), 1998.
Krueger,
Myron. Artificial
Reality II. (“Realidad artificial II”). Londres: Addison-Wesley, 1991.
Popper,
Frank. From
Technological to Virtual Art. (“Del arte tecnológico al virtual”).
Cambridge: MIT Press (Prensa del Instituto Tecnológico de Massachussets), 2007.
Rajchman,
John.
The Virtual House. (“La casa
virtual”). Essays on Space and Science.
(“Ensayos sobre el espacio y la ciencia”). Ed. P. Weibel. Cambridge: MIT Press (Prensa
del Instituto Tecnológico de Massachussets), 2001. 501-02.
Rheingold,
Howard. The Virtual
Community: Homesteading on the Electronic Frontier. (“La comunidad virtual:
ocupando territorio sobre la frontera electrónica”). Cambridge: MIT Press
(Prensa del Instituto Tecnológico de Massachussets), 2000.
Turkle,
Sherry. Life on the
Screen: Identity in the Age of the
Internet. (“Vida en la pantalla: la identidad en la edad de la internet”).
New York: Simon & Schuster, 1995.
Welsch,
Wolfgang. Artificial Paradises?
Considering the World of Electronic
Media and Other Worlds. (“¿Paraísos artificiales? Consideraciones sobre el
mundo de los medios electrónicos y otros mundos”). Undoing Aesthetics. (“Deshaciendo la estética”). Por Wolfgang
Welsch. Londres: Sage, 1997.
Notas de la traductora:
NOTA 1
El término inglés telemacity con que se tradujo el original, aparece en alguna de
estas dos acepciones en el traductor de Google, pero por tratarse obviamente de
un neologismo de la jerga profesional específica, no está en los diccionarios
estándares ni se encuentra correspondencia alguna en ningún sitio web. Según el
presente artículo, este proceso trata del ámbito electrónico como fuente de
experiencia sensorial; en griego el prefijo tele
significa “lejos”, y el sufijo makos
o maquia significa “lucha”; de allí,
por ejemplo, el nombre de Telémaco, hijo de Ulises en “La Odisea”, obra
atribuida a Homero; se refiere a que, como arquero, luchaba desde una distancia.
No confundir con telematics: “telemática”, término usado más adelante, proveniente
de la conjunción de “telecomunicaciones” e “informática”
NOTA 2
Del latín, “obra de arte” o “hecho artístico”, por artis:
habilidad, facere: hacer.
NOTA 3
Por ejemplo, el concepto de
Baudrillard en Simulacra and Simulation
—“Simulacros y simulación”— donde se postula que un simulacro emula cosas que nunca tuvieron un original o que ya no lo
tienen más, mientras que una simulación
es la imitación de un proceso perteneciente al mundo real.
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