viernes, 9 de junio de 2017

La Metafísica del Ser Electrónico

 

En su artículo La metafísica del ser electrónico, Michał Ostrowicki debate el entorno electrónico como una esfera del ser. Para tal fin, la noción de la “esfera electrónica” es utilizada como sujeto de análisis ontológico. Ostrowicki postula que la problemática de la esfera electrónica representa una parte de la ontología y la designa como “ontoelectrónica”. Hace una distinción entre imagen electrónica y ser electrónico, indicando así que difieren el uno del otro en cuanto a su estatus existencial y, por lo tanto, niega cualquier equivalencia metafísica entre ellos. Esta distinción entre imagen electrónica y ser electrónico es postulada como fundamental a la problemática de la metafísica de la esfera del ser electrónico. 


Perfil del autor
Michal Ostrowicki (también conocido como Sidey Myoo) enseña estética y filosofía en la Universidad Jaguelónica y en la Academia de Bellas Artes (Cracovia). Sus áreas de interés en investigación incluyen el arte electrónico, aspectos del ámbito electrónico, cibercultura y arte contemporáneo, además de e-learning (aprendizaje online) y Segunda Vida. Ha publicado numerosos artículos en dichos campos de estudio. 
 
Primera traducción al español hecha por Adriana Virginia Tramontín.

Postulo que la esfera electrónica en el mundo actual dirige intencionalmente hacia una problemática electrónica, creando condiciones para satisfacer las necesidades y requerimientos humanos. Así, el mundo físico parece ir perdiendo algunos de sus valores, mientras la esfera electrónica se enriquece y desarrolla. Podríamos decir que crece paralelamente al mundo físico: por lo tanto, lo importante no es el hecho de que ella crea capacidades y nuevas posibilidades inalcanzables en éste, sino más bien que la esfera electrónica se vuelve real (ver Turkle 29-73, 186-208). 
Sin embargo no usaremos los términos “virtual” o “realidad virtual” ni “real” o “mundo real”. Los mismos están determinados históricamente y son conceptos adquiridos que resultarían inadecuados para describir la esfera electrónica. La noción de “virtual” está combinada, principalmente, con otras tales como “artificial” o “simulada”. De esa manera, mi uso del concepto de la esfera del ser electrónico se hallaría así en la condición de brindar nociones no aplicables ni útiles, con connotaciones de irrealidad o no-realidad. El término “realidad” es utilizado en tantas maneras diferentes y tiene tantas implicaciones filosóficas que su significado parece casi misterioso. En su lugar, usaré las nociones de “mundo físico” y “esfera electrónica” o “realis electrónica”. La “ontoelectrónica” —una designación que propongo— sirve para describir la esfera electrónica como una clase de realidad, y así me centraré en la ontología de los seres electrónicos y la existencia de un humano dentro de ellos. La ontoelectrónica puede ser considerada como parte de la ontología, útil para la búsqueda e investigación dentro de la esfera electrónica del ser, constituyéndose así en objeto de análisis. La ontoelectrónica ha llegado a ser comparable con otras formas de la problemática filosófica de los seres, pero aquí intentaremos suscitar las propiedades y naturaleza de la electrónica como una clase de realidad. En otras palabras, la descripción de la esfera electrónica cambiará de “útil” a “existencial”, y así comenzaremos a hablar de ella como estando incluida en la actividad humana real, donde las personas y los sujetos adquieren realidad y valor. 
(Ver Rajchman 501-02).

Utilizo el concepto de “realis electrónica” para sugerir la noción del ambiente creado electrónicamente como algo objetivo y verdadero. Similares a mi realis electrónica son las nociones propuestas por Myron Krueger (“realidad artificial”), Michael Heim (“realismo virtual”), y Howard Rheingold (“comunidad virtual”). Estas nociones surgen, en general, de considerar el ambiente electrónico como más artificial en significado o en su conexión con la tecnología o estructura social. La esfera electrónica tiene un sentido ontológico, aunque  general, y describe una perspectiva de análisis de los seres electrónicos similar a la del análisis ontológico de la esfera de ideas o del mundo físico (“real”). La esfera electrónica describe la problemática electrónica como una alternativa a otros tipos de realidad. Una persona puede ser dirigida hacia muchas clases de realidad circundante y no está conectada con una sola esfera del ser, sino que puede reconocer una variedad de seres, juntamente  con sus diferencias ontológicas. De esta manera, estoy interesado en la forma en que la esfera ontológica del ser se vuelve real, y en la clase de ontología que se necesita para su descripción, y utilizo el concepto de realis electrónica para subrayar que las clases de actividad humana que tienen lugar en la esfera electrónica son comparables a las que previamente pertenecían al mundo físico. Cuando una actividad particular se transfiere a la esfera electrónica y se vuelve real, cambia su estatus ontológico en relación a su existencia previa en el mundo físico. El contenido de la actividad no cambia, pero sí lo hace su esfera del ser. Además, la expresión realis electrónica se emplea en el sentido de la esfera electrónica, cuando los objetos electrónicos se vuelven confiables y obligatorios para alguien.

El problema de la realidad de la esfera electrónica ya ha sido solucionado principalmente en relación con el así llamado “mundo real”. Primero, ciertas filosofías, comenzando con la metafísica platónica y llegando a análisis ontológicos posteriores del mundo real, se inclinaron a dudar de su existencia. Segundo, el aspecto no-físico de la realidad ha estado cercanamente relacionado con los seres humanos, o sea la metafísica de la espiritualidad o el estatus ontológico de los valores éticos o estéticos, incluyendo el arte. Desde esta perspectiva, si somos incapaces de emitir juicios metafísicos concernientes a la existencia del mundo físico o postular su metafísica, podemos en cambio inquirir o indagar en busca de otras clases de realidades. Si en metafísica no podemos, con certeza, declarar el estatus ontológico del mundo físico, ¿cómo podríamos acentuar su “realidad” en contraste con la naturaleza “no-real” o “artificial” de otras esferas del ser? (ver Welsch 175-81). Cuando consideramos y examinamos el fenómeno de la esfera electrónica, se hace evidente que, en ella, algunas clases de seres son reales, tales como la información, la comunicación y la interacción humana, que pueden ser consideradas como sujeto ontológico de análisis, especialmente cuando este tipo de realidades llegan a ser comparables con las que se encuentran en el mundo físico, y resultan tan valiosas como ellas, o aun más importantes. De esta manera, la esfera electrónica se entiende aquí no sólo como una continuación del mundo físico, sino como constituyendo un ámbito individual y distinto que es ontológicamente diferente del mundo físico.

Las características de la ontoelectrónica están conectadas con los fenómenos observados y descritos por comentaristas al comienzo de la era de la computarización, extendiéndose a la cibercultura desde los años 70 en adelante (ver, por ejemplo, Heim, The Essence of VR —“La esencia del Realismo Virtual”—). Algunas nociones bien conocidas y habitualmente aplicadas para describir el ámbito electrónico, especialmente cuando el mismo es considerado meramente como un medio de comunicación o una extensión del mundo físico, son conceptos tales como la interactividad (conectada con la alinealidad), la inmersión (significa una clase de energía que puede redirigir la intencionalidad humana desde el mundo físico hacia el electrónico), la telepresencia (concerniente al discurso que involucra imágenes), la telemacidad o telemacencia (NOTA 1).  De todos modos, estas palabras  resultan inadecuadas para la descripción ontológica. El problema es: ¿Cómo aparecieron estos fenómenos? ¿Cuál es la esencia, o sea el estatus ontológico de la esfera electrónica que puede usarse para describirlos? 

La ontoelectrónica ha adquirido su propio sujeto de descripción: tenemos dos clases de esferas del ser, la física y la electrónica, y dos ontologías. De tal manera, estoy interesado en las diferencias entre categorías de ontología en tanto y en cuanto se apliquen a la esfera electrónica del ser, y en las distinciones que surgen entre ellas a partir de esas diferencias ontológicas. Resulta así que el problema general de la ontología de la esfera electrónica surge de un entendimiento comparativo de seres físicos e inmateriales. La esfera electrónica se diferencia de la física en su estatus material. A través de la historia, la humanidad  ha cambiado el mundo físico, en un sentido, transformando la naturaleza en un artefacto (NOTA 2). La creatividad humana consideró la cualidad de “fisicalidad”, y la mente pudo vencer la problemática (o la materia) física. Así puede decirse que el mundo humano comenzó en la mente humana, en la conciencia, o simplemente como una intuición que inició la transformación de la fisicalidad dándole una nueva forma y adaptándola a las necesidades del hombre. Sin embargo, en contraste con el mundo físico, donde los humanos transforman la naturaleza en artefacto, en la esfera electrónica pueden crear sin la mediación de la materia física. Durante el proceso histórico de la transformación de la naturaleza no hubo diferencia en su materialidad, sino solamente en su forma: la creación y la transformación de la fisicalidad se basaron consistentemente en una clase de materia. En el caso de la esfera electrónica del ser, hablamos de la inmaterialidad, por lo tanto podemos referirnos a seres cuya existencia es inmaterial, en contraste con la fisicalidad. 

La transformación humana de la materia física puede ser comparada con una búsqueda de la diversidad, o incluso una destrucción del material de la naturaleza y su recreación en una nueva forma de fisicalidad: el mundo humano. La “materia” electrónica no es transformada con manos o herramientas, sino más bien como resultado de un acto intencional. Para los seres humanos, la materia física está limitada, y su cantidad finita parece ser percibida sintéticamente y a priori. La “materia” electrónica, por el contrario, se presenta inexhaustible: al ser generada a la par del progreso tecnológico, parecería ser ilimitada. Ambas clases de materia proveen material para la creación de realidad humana: electrónica o física. Ninguna de las dos está definida filosóficamente, pero ambas podrían ocupar el mismo plano si se describiesen en términos de ciencia natural (por ejemplo, en el nivel de teoría corpuscular  resulta que la realidad electrónica y la física son similares en naturaleza pero diferentes en apariencia). Dada la uniformidad de la materia en términos de física cuántica, sería posible proponer una descripción monista en la cual ambas realidades puedan ser descritas en términos no-materiales. La electrónica brinda un acceso sin precedentes a una forma de materia diferente, en calidad, de la materia física; y permite una clase de creación que resulta imposible en el caso de esta última. La cuestión es, entonces: ¿Cuánta es nuestra necesidad de una dimensión física, si es que siquiera existe esa necesidad?  Cuando observamos el proceso de implementación de varios tipos de actividad humana en la esfera electrónica, y la aparición en ese ámbito de contenido humano en forma inmaterial, podemos discutir que las personas modifican su actitud y su conciencia y, toda vez que les es posible, tienden a usar formas electrónicas para ciertos procesos, por ejemplo información, educación, comunicación y expresión. Esto podría considerarse un trabajo de adaptación de categorías cognitivas de la mente a la materia no-física, por ejemplo, experimentando telemáticamente en categorías inmateriales.

La esfera electrónica y la física difieren entre sí en su relación con el espacio, e inclusive con el tiempo. Los seres humanos estamos acostumbrados a que el espacio sea determinado o descrito por el espacio-tiempo filosófico o físico. La electrónica brinda una comprensión diferente del espacio y el tiempo, que es particularmente notoria en la alinealidad de las conexiones o la accesibilidad: los humanos y las cosas pueden ser hallados más fácilmente en la esfera electrónica que en el mundo físico. Allí el espacio no se mide en términos físicos sino que es no-dimensional con respecto a las categorías del mundo físico, y podría describirse en términos de desplazamiento y alinealidad. Actuamos en el espacio electrónico mientras nos movemos en el espacio físico. Esto podría llamarse relativismo espacial, es decir, el espacio físico determina el espacio humano, mientras que el espacio electrónico es determinado conscientemente. Tal como el conocimiento de la dimensión física inclina a la persona a moverse en ella, así la experiencia del espacio electrónico nos inclina a movernos en él. Éste, debido a su alinealidad, aparece como no-paralelo a las categorías de la tridimensionalidad y el tiempo del espacio físico, y atemporal con respecto a dichas categorías. Los humanos no existimos en el espacio electrónico en el sentido de pertenecer a él, sino como su centro, en un lugar dimensionalmente indeterminado que podría ser llamado “la centralización del espacio en la esfera electrónica”. El tiempo es más difícil de describir debido a su conexión con la biología humana. Es posible que, en algunos casos, el tiempo en la esfera electrónica pueda ser determinado en un sentido psicológico —conectado con la aceptación de uno mismo y la intensidad de la propia actividad. En este sentido, especialmente en conexión con la identidad humana, el tiempo podría ser definido relativamente, no sólo por la propia biología, sino por una personificación en identidad electrónica.

Con respecto al espacio, podemos referirnos a él con dos significados: el primero concierne al lugar físico (que puede describirse como hardware, una estructura,  un espacio localizado en un disco de computadora) y el segundo significado tiene que ver con el lugar en la esfera electrónica donde uno comienza su actividad. El primer aspecto está conectado con la descripción del mundo físico, y está relacionado con la cuestión general de la materia en él. El segundo describe un sitio en la esfera electrónica como lugar personal, o lugares que han llegado a ser importantes para alguien (ver Healy 62-64). Puede ser más profundo que mera comunicación (por ejemplo, e-mail o sitios web), cuando hablamos acerca de un espacio donde la gente se reúne frecuentemente para trabajar o cumplir deseos reales, como en el mundo electrónico del 3D. La problemática del lugar resulta de las diferencias en las tecnologías en desarrollo. Tiene sus orígenes en nuestro contacto electrónico, por ejemplo, el uso de comunicadores, donde el usuario es visible en virtud de iniciar sesión, dando lugar a una clase específica de contacto frecuente, diario. Esas personas no necesitan hablar unas con otras por meses y meses (a veces ni siquiera hablan en absoluto); sin embargo, el mero hecho de juntarse en Skype, por ejemplo, les da un sentimiento de presencia y cercanía mutuas. Esta clase de experiencia no puede ser creada en el mundo físico. Tales situaciones producen relaciones únicas, que la gente no considera utilitarias, sino, más bien, en las cuales las personas se valorizan unas a otras. Es posible que nunca perdamos las conexiones creadas de esa manera  y que nuestros contactos de Skype siempre estén con nosotros cada vez que nos conectemos. La mensajería instantánea, los ámbitos de 3D, o los blogs, se transformaron en lugares donde la gente se reúne, y a veces incluso necesita que esos lugares sean parte de su mundo. Los espacios en la esfera electrónica unen a las personas, frecuentemente a través de intereses compartidos, sin ningún tipo de limitaciones regionales o globales, y entre tales contactos puede darse también el caso de una relación personal más profunda, que comprenda valores humanos que podrían ser poco comunes, e inclusive únicos para alguien en el mundo físico. Con la tecnología, las personas no sólo crean lugares en la esfera electrónica, sino que también cambian los sitios en los que pasan su tiempo, como por ejemplo, en dónde trabajan o viven; en este sentido, la gente a veces abandona un lugar físico. Estos espacios en la esfera electrónica pueden ser más accesibles que aquellos en el mundo físico, y pueden reunir una variedad de personas a quienes les sería imposible encontrarse y llegar a conocerse en lugares físicos. Los espacios en la esfera electrónica pueden llegar a ser valiosos y significativos, siempre abiertos para quien desee entrar y estar presente.

Además, una perspectiva antropológica comprende relaciones entre los seres humanos y la esfera electrónica del ser. La antropización es el proceso que involucra la redirección de la intencionalidad cuando alguien encuentra que la esfera electrónica tiene interés real para él. El concepto se halla conectado con una transferencia de sujetos, trabajo, y frecuentemente vida emocional personal (ver Dyson  85-93). Estas relaciones confirman otros dos procesos: el de implementación y el de alojamiento. El primero describe una perspectiva personal y subjetiva de la esfera electrónica, que crea la realis electrónica, mientras que el segundo se refiere a una perspectiva objetiva de cómo la esfera electrónica “llega a estar saturada” y crece al albergar a toda posible clase de actividad humana. Estos dos procesos construyen uno más avanzado, más general, que es la ya mencionada antropización  de la esfera electrónica, mediante la cual ésta se enriquece con valores humanos. El intercambio continuo entre las esferas humana y electrónica produce modificaciones cualitativas, por medio de las cuales la humanidad y la esfera electrónica se acercan mutuamente. El proceso de implementación es también interesante porque está aumentando constantemente, asumiendo así mayor importancia en la vida diaria. Cuando las personas transfieren actividad hacia la esfera electrónica, alcanzan un balance existencial entre los mundos físico y electrónico. Este balance provee la oportunidad para elaborar la propia identidad y de esa manera experimentar y desarrollar la existencia (ver Popper 355-70).

Hallamos que los sentimientos en la esfera electrónica son reales. Esta esfera podría ser específica en su esencia para alojar una expresión espiritual de humanidad. La inmaterialidad de la esfera electrónica da cabida a la humanidad, quizá porque carece de una dimensión física y puede por la tanto contener naturalmente características humanas no-físicas. Así, la espiritualidad migra sin esfuerzo hacia la esfera electrónica, donde los valores espirituales son comunes y están extendidos. El aspecto existencial de la realis electrónica suscita la verdad acerca del ser humano y sus intenciones auténticas, y brinda un espacio para su realización. Este aspecto está conectado con algunos otros, tales como el proceso de incorporación, cuando alguien se identifica con su cuerpo electrónico, especialmente en un ámbito de 3D, y crea su lugar en la realis electrónica. Esta personificación  permite la posibilidad de cambiar el propio cuerpo electrónico, y la aceptación del mismo puede, para algunas personas, ser más fácil que aceptar su cuerpo biológico.

Podría ser descrito otro proceso —retroalimentación— que tiene lugar cuando alguien intenta cambiar su vida en el mundo físico, sobre la base de estrategias de comportamiento y apariencia adquiridos al construir el autorretrato electrónico. La gente no sólo crea valores en la esfera electrónica, sino que también descubre que éstos se vuelven reales e importantes para ellos (por ejemplo, Facebook), lo cual puede capacitar a la persona para recibir retroalimentación yendo desde la esfera electrónica hacia la física. Es posible para alguien cambiar su vida en el mundo físico a través de la experiencia en la realis electrónica. Aquí soslayaré este tema difícil y provocativo porque es demasiado amplio y sensible, y bordea las ciencias psicológicas. Sin embargo, postulo la posibilidad de que los valores de la esfera electrónica lleguen a impactar la vida de la persona en el mundo físico. Además, tener una identidad electrónica permite el uso de estrategias sociales que pueden cambiar las relaciones entre las personas en el mundo físico. La realis electrónica brinda muchas oportunidades para corregir aquello que anteriormente haya sido mal hecho.

La evolución corre más rápido en la esfera electrónica (que surge de la conexión entre los seres humanos y la tecnología), entretejiendo la evolución humana y la tecnológica. La evolución del mundo físico, basada en la naturaleza, avanza más lentamente y sólo en parte determina la evolución humana. La tecnología acelera esta evolución y tiene un efecto decisivo sobre la humanidad. Este aspecto tecnológico nos deja más estrechamente enredados en interconexiones electrónicas que cuanto estuvimos nunca antes, continuando así con un proceso que ha estado siempre presente en la historia, desde la primera hoguera en una cueva hasta la aparición del procesador de silicona. También hay una diferencia histórica en la manera en que es visualizada la sucesión generacional. He notado que la comprensión actual de la misma puede definirse en términos de tecnología, y que el proceso no es, necesaria y solamente, de tipo biológico. El período de la sucesión generacional en la era de la electrónica es más corto que antes: podría decirse que, en términos de la tecnología cambiante, una nueva generación ocurre cada pocos años. De tal manera este aspecto de la ontoelectrónica podría también ser descrito como una perspectiva cultural del factor tecnológico en la vida humana de todos los días. Los procesos de la ontoelectrónica sugieren que la esfera electrónica es algo difícil de definir aun usando nociones que describan  imágenes electrónicas, cuyo rol puede ser el de proveer una clave para entender la diferencia entre la esencia de una imagen electrónica y un ser electrónico. La primera es una representación del mundo físico: constituye una realidad mediática y podría definirse como una categoría que no puede ser considerada como existente, en un sentido metafísico comparable, en el mundo físico y en el electrónico. Las imágenes electrónicas como categoría de simulación son derivativas y artificiales y no tienen dimensión ontológica, como sí la tienen los seres que son fuente de la imagen. Así, las imágenes electrónicas son inexistentes en el sentido metafísico. Los productos de estos medios que representan el mundo físico carecen de cualquier dimensión metafísica y son meramente imágenes o simulaciones. Esta comprensión de los medios, sin embargo, es inadecuada para el análisis de los seres electrónicos. El tema de las imágenes tiende a tratar la problemática del ámbito electrónico en términos de efectos o simulación, y tal abordaje podría guiarnos a considerar la actividad humana y la esfera electrónica como irreales, haciendo imposible una ontología de los seres electrónicos. Éstos surgen en la esfera electrónica: no son imágenes de algo que los precede, sino que son creados originalmente de manera que constituyen realis electrónica. Un debate sobre imágenes y seres electrónicos revela una diferencia fundamental que surge de su conexión con el mundo físico o con la esfera electrónica. Las imágenes electrónicas definen el mundo físico y los seres electrónicos definen la realis electrónica. Este problema tiene que ver con dos situaciones: primero, una persona enfrentada con una imagen mediática es dirigida hacia el mundo físico; y segundo: la persona es ahora dirigida al mundo electrónico, por eso vemos que esta vez no está tratando en absoluto con una imagen del mundo físico sino puramente con el mundo electrónico.

Mi argumento es que cuando se habla de la naturaleza de una imagen, particularmente de televisión, quien la percibe es el recipiente de la información. En general, esta clase de cognición directa del medio nos mueve hacia el mundo físico y tiene una función representacional, usando imágenes de personas y cosas. La diferencia aparece cuando algo que existe en la pantalla de una computadora deja de ser una imagen y se transforma en un ser más tangible, por ejemplo, en los mundos electrónicos de 3D. Allí, la imagen y el ser adquieren una naturaleza electrónica, pero la primera presenta (o realiza) una simulación, mientras que el segundo crea un ser o identidad en la esfera electrónica. Hay una diferencia entre una imagen de alguien y su identidad creada independientemente de cualquier imagen, eso es, su identidad electrónica. La primera tiene su origen en el mundo físico, la segunda en la esfera electrónica, como se ve, por ejemplo, en la palabra coloquial para tal tipo de identidad: “avatar”. En aquellos medios que dependen de la imagen, todavía podemos ver un contraste entre un “original” y una “copia” (NOTA 3: ). La información mediática que crea una imagen del mundo físico no tiene más de real que de irreal: no pueden aplicarse las categorías de “verdadero” y “falso”; sin embargo puede describirse en términos de existencia y no-existencia, que es como decir, en este último caso, que no tiene ningún estatus metafísico. La gente acepta los medios, tales como la televisión, sin saber cuánto de ella es verdad y sin tener ninguna manera de chequearlo. Las consecuencias metafísicas surgen de un análisis que no se refiere a una imagen electrónica sino a la realis donde son creados los seres electrónicos: “Cuando tengo la imagen de una lapicera, la entiendo como una imagen de la lapicera, pero cuando puedo hablar de una lapicera creada electrónicamente, cambia mi comprensión de esa lapicera: ella, así como la posibilidad de escribir, se han hecho reales. Cesa de ser una imagen o un proceso de simulación, y en cambio se transforma en una lapicera real, electrónicamente existente, y el proceso de escritura es real también”.

Cuando alguien crea para sí un contexto dentro de la esfera electrónica independientemente de su identidad en el mundo físico, tal creación no es artificial ni simulada. En esa situación, se adquiere una identidad juntamente con una visión acerca de la vida, pero no mediante la transformación de la propia imagen en el mundo físico, sino por medio de la creación de una identidad de novo (nueva). Ésta no es una imagen de alguien, sino una identidad dirigida a la esfera electrónica del ser, y no al mundo físico. Cuando hablamos de la metafísica del mundo electrónico y las actitudes de las personas hacia ella, estamos describiendo una situación donde todas las intenciones y acciones están direccionadas hacia la esfera electrónica y no están sustentadas en el mundo físico. Me refiero aquí a los usos que son electrónicamente creados o que hemos formado nosotros mismos, especialmente en entornos 3D tales como Second Life. Allí es posible adquirir objetos como casas y ropa, cosas que también tienen un valor financiero en el mundo físico. La identidad electrónica de algunos individuos puede ser tan íntima y personal, que ellos no desean crear ninguna otra nueva. La propiedad electrónica de edificios y otras posesiones es formada a partir de materia electrónica, la gente y los objetos son tratados como reales y útiles, y son experimentados verdaderamente: no son simulados sino que existen en una realidad alternativa. Hablo de la esfera electrónica de los seres como un mundo poblado por humanos, en el cual la gente no discierne diferencias en la esencia de los objetos, sino solamente en su materia. Es obvio que se está transfiriendo al mundo electrónico una cantidad creciente de elementos y actividades, creaciones que son cada vez más particulares y dan forma a la vida diaria. El mundo electrónico puede ser considerado como una esfera de la existencia humana, una realidad en crecimiento y desarrollo que tiene la capacidad de volverse fundamentalmente importante, no sólo como un medio compartido de comunicación global, sino también como existencia humana compartida.

En suma, el mundo electrónico no-físico se expande invasivamente y como tal puede ser considerado parte de la evolución humana. Durante años hemos ido transformando el mundo físico en un mundo de artefactos humanos, pero a través de la historia, la actividad del hombre se enfocó en el mundo físico. Actualmente, se está creando una nueva clase de realidad: la realis electrónica, que  está convirtiéndose en un mundo humano, un tipo de realidad alternativa en crecimiento, la realidad del mundo electrónico.
Obras citadas
Baudrillard, Jean. Simulacra and simulation. (“Simulacros y simulación”). Trad. por  S. F. Glaser. Ann Arbor: U. of Michigan Press (Prensa de la Universidad de Michigan), 1994.
Dyson, Frances. Wireless Affection, Embodiment and Emotions in New Media/Theory and Art. (“Afecto inalámbrico, personificación y emociones en los nuevos medios/Teoría y arte”). Londres, Thousand Oaks and New Delhi, Vol. 11, N°4: 85-93.
Healy, Dave. Cyberspace and Place: The Internet as Middle Landscape on the Electronic Frontier. (“El ciberespacio y el lugar: la Internet como paisaje intermedio en la frontera electrónica”). Internet Culture (“Cultura de internet”). Ed. D. Porter. Londres: Routledge 1997. 62-64.
Heim, Michael. The Essence of VR. (“La esencia del Realismo Virtual”). Idealistic Studies (“Estudios idealistas”) 23.1 (1993): 49-62.
Heim, Michael. Virtual Realism. (“Realismo Virtual”). Oxford: Oxford University Press (Prensa de la Universidad de Oxford), 1998.
Krueger, Myron. Artificial Reality II. (“Realidad artificial II”). Londres: Addison-Wesley, 1991.
Popper, Frank. From Technological to Virtual Art. (“Del arte tecnológico al virtual”). Cambridge: MIT Press (Prensa del Instituto Tecnológico de Massachussets), 2007.
Rajchman, John. The Virtual House. (“La casa virtual”). Essays on Space and Science. (“Ensayos sobre el espacio y la ciencia”). Ed. P. Weibel. Cambridge: MIT Press (Prensa del Instituto Tecnológico de Massachussets), 2001. 501-02.
Rheingold, Howard. The Virtual Community: Homesteading on the Electronic Frontier. (“La comunidad virtual: ocupando territorio sobre la frontera electrónica”). Cambridge: MIT Press (Prensa del Instituto Tecnológico de Massachussets), 2000.
Turkle, Sherry. Life on the Screen: Identity in the Age of  the Internet. (“Vida en la pantalla: la identidad en la edad de la internet”). New York: Simon & Schuster, 1995.
Welsch, Wolfgang. Artificial Paradises? Considering the World of  Electronic Media and Other Worlds. (“¿Paraísos artificiales? Consideraciones sobre el mundo de los medios electrónicos y otros mundos”). Undoing Aesthetics. (“Deshaciendo la estética”). Por Wolfgang Welsch. Londres: Sage, 1997.

Notas de la traductora:
NOTA 1
El término inglés telemacity con que se tradujo el original, aparece en alguna de estas dos acepciones en el traductor de Google, pero por tratarse obviamente de un neologismo de la jerga profesional específica, no está en los diccionarios estándares ni se encuentra correspondencia alguna en ningún sitio web. Según el presente artículo, este proceso trata del ámbito electrónico como fuente de experiencia sensorial; en griego el prefijo tele significa “lejos”, y el sufijo makos o maquia significa “lucha”; de allí, por ejemplo, el nombre de Telémaco, hijo de Ulises en “La Odisea”, obra atribuida a Homero; se refiere a que, como arquero, luchaba desde una distancia. No confundir con telematics: “telemática”, término usado más adelante, proveniente de la conjunción de “telecomunicaciones” e “informática”

NOTA 2
Del latín, “obra de arte” o “hecho artístico”, por artis: habilidad,  facere: hacer.

NOTA 3
Por ejemplo, el concepto de Baudrillard en Simulacra and Simulation —“Simulacros y simulación”— donde se postula que un simulacro emula cosas que nunca tuvieron un original o que ya no lo tienen más, mientras que una simulación es la imitación de un proceso perteneciente al mundo real.

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