sábado, 19 de marzo de 2011

Ibídem



Mis más cordiales y respetuosos saludos a todo individuo, ente o simple y pintoresca sombra de persona que lea esto, sobre todo a aquellos que habitan más allá del mar.

Me permitiré hacer una breve apología de mi larga ausencia, para ello deberé primero revelarme al lector como un ser físico que estudia, lee y viaja en subte. No solo como un mero personaje estilográfico, realmente podemos apropiarnos de las primeras frases de la gran V for vendetta: "Se nos pide que recordemos la idea, no al hombre… ¿pero quién era el hombre?".
En primer lugar, como hombre, soy susceptible a diversos factores climáticos, emocionales, geográficos e incluso académicos… Mi principal queja sobre este blog siempre ha sido el escaso interés que despierta en la gente. Por supuesto que la verdadera magia de la escritura está en seleccionar los más bellos vocablos que se dispongan en el abanico léxico propio a fin de forjar una proposición; luego la evaluamos, la medimos, la falseamos y la corregimos, de ser necesario. Entonces la ponemos sobre la mesa, construimos otra proposición y, finalmente, calentando todo al rojo vivo las unimos en la fragua con mucho amor hasta lograr un párrafo, por el mero hecho de haber tenido parte en la elaboración de una pieza de belleza que viene a adornar el ya de por si vasto universo. La verdadera escritura es esa; el que tenga ojos para leer, lea.
Por supuesto que el fin segundo e inmediato de escribir es que a alguien, aunque sea a una persona, le agrade o sirva lo que uno escribe. En un sentido más amplio y, sobre todo, cuando hablamos de Internet, donde cualquiera puede estar leyendo esto en una noche de insomnio y luego no encontrar nunca jamás el camino de regreso a mi blog, hablaremos tal vez de un lector fantasma, más equivalente al de los libros.
Finalmente, en la escasa y breve primera semana de la carrera de periodismo, he visto con mis propios ojos la revalorización de “ser escritor de un blog”. Cosa que finalmente me hizo reconciliarme con mi querida pagin. Una de las nociones fundamentales que aprendemos es que somos periodistas desde que tenemos la certidumbre de que esa es nuestra vocación y ponemos la firma en la planilla de inscripción. Caminamos como periodistas, comemos como periodistas, hablamos como periodistas… o al menos, debemos tender a ello.
Este blog, cumple la función de informar algo que en mi fuero interno, al menos, es grave y merece ser dicho. No se diga mas, estamos hablando de periodismo.
La pucha (argentinismo que denota desazón) digo yo… recordando los orígenes netamente cómicos y satíricos del blog, pasando por su evolución a un nivel más académico y su posterior involución a un punto original (je je). En este blog hacen falta cambios… no de estilo. Sino de visión, de meta, un avivamiento de su primer objetivo formal.
En este mundo moderno, donde los padres sientan a sus hijos (que generalmente son hijos no deseados del todo, que arruinaron sus vidas de soltería y juerga) enfrente de un televisor que cumplirá los próximos 18 años la función de educarlos, redargüirlos, aconsejarlos, amonestarlos, animarlos y, sencillamente, criarlos, me parece importante reflexionar un poco, detenernos en el trajín de la rutina laboral que nos envuelve y plantearnos: ¿Quién demonios escribe las caricaturas que ve mi hijo de 8 años? ¿Por qué todos los personajes de las caricaturas modernas son grotescos y la trama se reduce a la violencia y a una traspolacion de problemas sociales actuales a dibujos animados? ¿Son en verdad todos estos caricaturistas gente enferma que vuelca la amargura y corrupción de su alma en esos dibujos? La opinión personal de un escritor es que sí… En este momento nunca falta el Dr. Mengano que salta para argumentar: “Estoy profundamente ofendido, yo escribo las tiras cómicas del diario de mi pueblo natal y mi personaje, el Sr. Canito, es un tipo fenomenal y sano, viera que hasta es boyscout en la tira, espere una carta documento de mi abogado.” Bueno mi querido Dr. Mengano, yo no sé qué tipo de televisión mira usted… Pero estoy plenamente seguro de que, con el solo hecho de decir Billy y Mandy, muchos me darán la razón.
Dibujos neuróticos, donde solo un circulo de elite de frikis conoce la cruda verdad de que realmente son caricaturas para personas mayores o que tienen cifrado contenido clasificado o alguna tontería que solo ellos entenderían y que todo eso justifica su participación en los medios. Déjenme decirles que es una realidad que los niños pequeños se nutren con eso…
Volviendo al tema de estos dibujantes y guionistas de caricaturas y series infantiles. Cuando nos tenemos que remontar a su cuna, ¿a qué apelamos sino a los cuentos infantiles?
Un día enumeraré una lista propia de cuentos que considero “sanos”. (Son 5, no más, creo). Debemos entender que toda narración tiene un trasfondo, y todo trasfondo responde a valores ocultos, propios de la persona. Esos valores son los que definen el fin subjetivo del cuento.
Mi lista de cuentos “sanos” no comprende cuentos vacíos de carga subliminal. Todo lo contrario, algunos de ellos incluso albergan verdades elementales de la vida y del cosmos pero, por supuesto, la diferencia entre esos cuentos y Uga la tortuga dura es demasiado profunda para referirla en un párrafo, más adelante destinaré todo un artículo a ello.
Otra de mis frustraciones era la poca disponibilidad de materia prima de calidad. Diferenciemos cuentos clásicos y de gran influencia social como los que he estado utilizando de cuentos que nadie conoce excepto el escritor y su madre, usualmente tienen nombres como Chivita, el chivo chivado o similares. No puedo utilizar cuentos tan vacios de contenido que no permiten escribir más de dos o tres párrafos (sin apelar a la demagogia).
En este punto, he descubierto el increíble abanico de posibilidades que ofrecen los cuentos infantiles catalanes y vascos, así como una nueva tanda de cuentos anónimos que invade la red.
A fin de no saturar al buen lector, procederé a continuar los análisis en otras publicaciones.
Si ha leído y tenido paciencia hasta aquí, le doy las gracias. Tenga buenas noches.
Mode Off
Sin otro particular,
Mr. Nemo

Nota del autor: la imagen que acompaña esta entrada era la primitiva portada de la página.

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