Hace más de de un siglo un escritor escoses llamado James Matthew Barrie creó a un personaje llamado Peter Pan para un musical. Personaje e historia que siguen teniendo vigencia hasta la fecha tomando ora la forma de película, ora la forma de libro y ora la forma de obra de teatro.
Un poco de historia; De acuerdo al cuento de Barrie, Peter es
representado como un pequeño niño que se rehúsa a crecer y que habita —junto a un grupo conformado por niños con el mismo rango de edad que
él, llamados "niños perdidos"— el país de Nunca Jamás, una
isla donde conviven tanto piratas como hadas y sirenas. Allí Pan
vive numerosas aventuras fantásticas durante toda la eternidad.
Hasta ahí todo sencillo, infantil e inofensivo. ¿No es así?
Curiosamente he notado muchos paralelismos en la historia esa con la época contemporánea que se notan sobre todo en las películas. Para empezar, el muchacho este vuela con el poder de elevación que le dan
los buenos pensamientos. Y, claro está, siempre lo veremos volando.
Ahora, lo que me extraña es que el buen Pan, incapaz de malos
pensamientos, como declara la Wendy, secuestre niños, porte armas
blancas, promueva las peleas con bandidos marítimos, conviva con varones
sin más presencia femenina que diminutas hadas (“heterosexualidad
declarada, pero no probada” como dirían por casa).
Bueno, al parecer el chico solo probó una vida sexual diferente por
un tiempito ya que después secuestró a una chica, que fue atraída con la
seducción de una vida anárquica. Ni hablemos de que entrenaba a menores de edad para la guerrilla (¿les suena la palabra FARC?). Y así y todo se eleva por el cielo… En un momento de la película incluso
declara haber amputado la mano de Garfio en un combate anterior.
La otra alternativa a volar con buenos pensamientos es, según declaraciones de un niño perdido, utilizar “polvos de hada”. Así, pues, ¿con qué objeto contemporáneo podríamos comparar este
supuestamente maravilloso polvo de hada que los hace volar? (sí,
cualquier similitud con la realidad dudo mucho que sea coincidencia). La verdad no hacía falta ver esa película: puedo salir a la calle y
ver "niños perdidos" que usan “polvos de hada” para ir volando al país de
“Nunca Jamás” sin necesidad de que destaquen por una vestimenta de
camuflaje.
A Wendy le parecía aburrida tal conversación, más siendo su día de recibo, fingió que le gustaba.
—Y así —continúo Peter con bondad—, debía haber un hada para cada niño y para cada niña.
—¿Dices que debía haberla? ¿Pues qué? ¿Acaso no la hay?
—No. Como los niños de ahora quieren ser tan sabios, dejan enseguida de creer en las hadas y, cada vez que un niño dice “yo no creo en las hadas”, cae muerta una de ellas.
Es ciertamente pretencioso el deseo de Pan de que todos los niños usen polvos de hada. Aunque lamentablemente cada día la cifra de “niños perdidos” sube y son
menos los que no creen en las propiedades mágicas del susodicho polvo. Pero les aseguro que Pan no gano todavía, Garfio será vengado a su
debido tiempo y acabaremos con la neosecta preadolescente propolvo de hada que este Peter Pan creo en el mas total de los
silencios.
Sin otro particular,Nemo
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