En el mundo de los
personaje-máquinas de Masamune Shirow no hay, probablemente, personajes más
entrañables que los formidables tachikomas de la Sección 9. Pequeños tanques
pensantes de fisonomía arácnida, humor afable y voces agudas.
Análisis
Las continuas reflexiones sobre la naturaleza humana en
Ghost in the Shell dejan mucho espacio a considerar el rol que juegan las
máquinas en ella. Precisamente porque, como buena obra de ciencia ficción (y
distopía, se podría agregar), las máquinas ocupan posiciones superlativas en la
sociedad.
Desde los robots-secretarias que se ocupan de manejar los
complejos procesos de software en la Sección 9, y que frecuentemente caen al
piso con sus cibercerebros freídos por algún firewall ofensivo, hasta los tanques autónomos con inteligencias
artificiales que los impulsan a desear nuevas experiencias para seguir
desarrollándose.
—¿Qué crees que significa estar vivo?
—Bueno, es algo complicado. Verás, la propia definición de la palabra vida es muy voluble. Al entrar en interacción con los robots, la imagen que los humanos tienen de la vida está cambiando a nivel subconsciente. ¿Pero sabes qué? Creo que son ellos los que están cambiando y no los robots.Diálogo entre tachikomas
Una máquina que pueda desarrollar autoconsciencia es el
último eslabón en la cadena de deshumanización de una sociedad altamente
tecnocrática como la de Ghost in the Shell.
Empezamos con la cibernetización de cerebros, donde los que
resultan marginados del sistema son aquellos que no pueden permitirse ese
costo (vagabundos o personas de muy bajos recursos en general). Continuamos con los implantes de prostéticos, más comunes
entre civiles como tratamiento ante accidentes o deterioros varios del cuerpo.
Luego pasamos a los cyborgs con cuerpos completamente
prostéticos. A lo largo de los planteos ontológicos que este proceso de
tecnologización va despertando en nosotros sobre cuál es, al fin y al cabo, la
naturaleza de nuestra humanidad, ¿cómo afecta esta ecuación la convivencia
directa con una máquina que posee consciencia propia?
—Eso me recuerda algo, ¿sabías que existe cierta controversia en torno al término cyborg? Dicen que es lenguaje discriminatorio contra la gente con prostéticos.
—Se trata de conservadurismos reaccionarios de sectores naturalistas. ¿Cómo pueden oponerse a la cibernetización y a los prostéticos? Apuesto a que tienen miedo de cruzar la línea entre hombre y máquina si incorporan partes artificiales a sus cuerpos. Supongo que es comprensible.
—No puedo soportar esa clase de mentalidad retrógrada.Diálogo entre tachikomas
En la sociedad de Ghost in the Shell hay una postura muy
clara con respecto a las máquinas: son herramientas y, por lo tanto,
prescindibles. Descartables. Reemplazables. Admitir que un hardware puede tener un “ghost” o espíritu es reducir al mismo humano a la condición de
hardware biológico y al mecanicismo reduccionista que estuvo tan de moda en los
albores del positivismo. Es decir, es admitir que la línea entre hombres y
máquinas es borrosa y, por sobre todo, arbitraria (para no decir inexistente). Es notable como Batou no se permite ni siquiera lanzar un
grito de rabia cuando, delante de sus ojos, los escasos tachikomas activos se inmolan
para salvarle la vida del exoesqueleto militar que estuvo a punto de matarlo.
De manera similar, cuando los tachikomas vuelven a
sacrificarse estrellando el satélite donde estaban alojadas sus consciencias
para interceptar el misil nuclear norteamericano, Aramaki exclama ante la
presidenta: “Parece que algunos de mis hombres se sacrificaron para detener el
misil nuclear”. Ante la turbación de la presidenta, que exclama:
“¡¿Sacrificar!?”, él simplemente afirma: “Eso no importa”, restándole
importancia. Han “muerto” máquinas, después de todo. Una perspectiva similar es la que tiene Togusa en Ghost in the Shell Innocence al declarar que no podría caratular el caso de los robots domésticos suicidas como verdaderos suicidios, sino como "autoaniquilamiento" por su condición de máquinas.
Algunas de las posteriores críticas al test de Alan Turing,
que sirvió de cimiento al concepto de la filosofía de la inteligencia
artificial, señalaron la tendencia del antropomorfismo como una de las causas
de la predisposición de los humanos a empatizar con objetos. Michael Shermer
señala que los seres humanos consistentemente consideran objetos no humanos
como humanos siempre que tengan la oportunidad de hacerlo: desde el hombre que
habla con su automóvil hasta ideas en productos culturales como "los sentimientos que tienen sentimientos" de
Intensamente.
—El problema es que cada vez nos parecemos más a los humanos. Eso es debido a que la línea que separa humanos y robots ya ha quedado reducida a pequeñas diferencias de carácter físico. Poneos a pensar en porque nuestros propios cuerpos sin órganos no fueron diseñados para parecer humanos.
—¿Para optimizar nuestra eficiencia?
—En parte se trata de eso, pero la razón más importante es que si fuéramos humanoides nuestros usuarios sentirían una extraña empatía hacia nosotros. Sospecho que les incomodaríamos aún más si fuéramos humanoides.
—¿Y qué pasa con ella? (la robot-secretaria)
—La aceptan porque sus capacidades de procesamiento son limitadas, no es una amenaza para los humanos. Tiene que tratar con ellos a diario y una forma humanoide es lo más versátil para resultar eficiente en espacios condicionados para humanos. No olvidéis que todos los objetos artificiales del mundo han sido diseñados para ser utilizados por los humanos. Lo que trato de decir es que los humanos esperan que sus máquinas actúen como máquinas.Diálogo entre tachikomas
Con mucha agudeza el mismo tachikoma señala una verdad
tácita: un humano no desea empatizar con un arma. Posteriormente la misma
Motoko señala que un arma con consciencia propia es impredecible y, por lo tanto,
poco práctica. Pese a que fue esa misma consciencia la que impulsó a los
tachikomas a defender a Batou sin ser convocados y posteriormente a desobedecer
las órdenes directas de Motoko para llevar a cabo un plan de acción que
consideraron más efectivo aunque eso significara su propia aniquilación.
El sueño de la máquina que toma consciencia de sí misma es,
como conclusión, una pesadilla que desafía nuestra individualidad y nos fuerza
a hacernos cada vez más preguntas sobre qué nos define como
humanos: preguntas que no todos están dispuestos a hacerse.
Sin otro particular,
Nemo Dropzip
Imágenes y citas de los episodios El tachikoma fugitivo o el sueño de un director de cine y La era de las máquinas, de Ghost in the Shell - Stand Alone Complex.
Imágenes y citas de los episodios El tachikoma fugitivo o el sueño de un director de cine y La era de las máquinas, de Ghost in the Shell - Stand Alone Complex.
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