Caminamos
por una pradera suave y ondulada, de un verde símil de 8bits, cubierta de
flores y de árboles. Un paisaje que parece salido de una vieja versión de Paint
que hubiera cobrado vida y hubiera desbordado sus formas geométricas y colores
base. Nos envuelve una música que une sonidos naturales y digitales. Seguimos
caminando y descubriendo…
Todo fue
diseñado por Ed Key, un hombre que programó el motor gráfico en sus ratos
libres usando el lenguaje de programación C. Estamos
dentro de un juego, un juego muy particular. Un juego que fue pensado sin
objetivos, un juego donde somos un mero ente que descubre un mundo lleno de
colores y de sonidos. Un juego
pensado como una expresión artística.
Entrevistamos
a Leonardo Belloso, un periodista digital que trabajó en ProyectoGumer y
NivelXtremo haciendo críticas de videojuegos. Él piensa que una manera de
entender el arte es la visión de una persona siendo plasmada en un medio, sea
un lienzo, una hoja de papel o código de programación. "El punto es la expresión con el sentido de generar una reacción en el
espectador. Más allá de la bronca cuando te matan en un juego o cuando no podés pasar
el último nivel, me refiero a un impacto genuino. En Proteus esto se ve muy
bien, parece un juego tonto, pero es una expresión artística de principio a fin", declara Leo. "Hay juegos que son pensados para ser
un producto, otros no. Los juegos comerciales tienen empresas detrás que buscan
ganar dinero, los juegos indies son hechos mayoritariamente por personas
independientes en su tiempo libre, sin pensar vivir de eso. No buscan hacer
juegos taquilleros, buscan hacer algo que solamente ellos comprarían,
combinando otros tipos de artes establecidos: literario en el argumento, musical
en la banda sonora, gráfico en las imágenes".
El más
conocido es el Proteus, aunque hay
otros tantos como el Slave of God, desarrollado
por la empresa indie Increpare Games, donde nos encontraremos sumamente
desorientados dentro de un club nocturno en el papel de un personaje que
reproduce los efectos visuales de varias drogas psicoactivas; vagamente
reconoceremos siluetas y personas en una vorágine de colores psicodélicos y
música electrónica.
Otro
videojuego digno de mención es Journey,
desarrollado por la empresa Thatgamecompany para PlayStation 3. En Journey
encarnaremos a un encapuchado montaraz que atraviesa un inmenso desierto rumbo
a una montaña, a lo largo de su travesía nos encontraremos con otros jugadores,
uno por vez, con los que podremos interactuar, dar y recibir ayuda, pero no
comunicarnos. De acuerdo con el diseñador Jenova Chen, "trata sobre dos extraños que se conocen online. No saben qué edad
tienen, únicamente que el otro es otra persona real".
"Me parecieron experiencias que nunca antes
había visto, increíblemente originales", enfatiza Leo.
Videojuegos
que buscan ser más que formas entretenidas de pasar el rato, rompen moldes y
estructuras y buscan despertar reacciones en sus jugadores. Frutos de una nueva
era digital donde el arte desborda los lienzos y llena los nuevos espacios sin
explorar.
Sin otro particular,
Mr. Nemo
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