domingo, 15 de enero de 2012

Espectros subconscientes

Paz y misericordia sea a todos ustedes. En esta noche peculiarmente prometedora, donde hay ratas que se arrastran en los callejones, donde en algún lado puede oírse el tauteo de los zorros que se mueven en la oscuridad, donde hay bandadas de anónimos malhechores posando en plazas, donde si nos quedamos quietos por un momento oiremos al mundo moverse... En esta noche peculiarmente prometedora y particularmente barroca es que yo, en mi sacra potestad de editor mayor de obras, levanto del recuerdo y del polvo el desiderátum final de un enigma que ha inflamado tortuosas leyendas urbanas y robado el sueño de los eruditos. 
Por cierto que no estará de más hacer un paréntesis anunciando que desde hace un tiempo Cuentos al Contemporáneo se ha registrado en Creative Commons (CC) para tener una licencia de propiedad intelectual a fin de proteger su contenido de eventuales robos/plagios/similares…

Ahora sin más preámbulos, sumerjámonos.



El preludio

Todo comienza un ventoso día, desde la puerta de Círculo de la Prensa hasta una esquina gris de Buenos Aires, pasando por diarios mediocres y de mala muerte, a la caza de alguna extravagancia o cosa digna de ser investigada para nuestro trabajo final de investigación periodística.
¿Sera cierto que en aras de las Guerras de Marcas contemporáneas, producto de la nueva macroeconomía, las grandes multinacionales harían uso de material subliminal en sus publicidades para alzarse por encima de sus competidores?
Horas de trabajo de psicodélica reflexión dieron el resultado de esa hipótesis… A continuación desglosaré punto por punto la premisa, a fin de llegar a las conclusiones finales.
 Parte de los créditos y agradecimientos son para Andrés Piccione y Franco Nazar, colegas y compañeros de este trabajo underground.

El poder de las marcas y de los fantasmas

Como lo explica Naomi Klein en No Logo, ahora las principales potencias mundiales no son países, sino multinacionales transoceánicas. En un mundo globalizado donde estas empresas tienen el poder de cubrir multitud de países con una misma marca de producto, la pugna de una empresa por levantarse como una marca más fuerte ante otra empresa que ofrece los mismos productos (Pepsi y Coca cola) es conocida como guerra de marcas. Hay, de hecho, un párrafo de Klein bastante magistral, en el que compara la publicidad con veneno para cucarachas y a nosotros con las susodichas cucarachas. Es bien sabido que los pequeños animales sufren un acostumbramiento a la toxicidad seguido de una inmunización. La publicidad es igual: nos hacemos resistentes a los deprimentes y vacios anuncios coloridos, entonces se vuelve necesario algo más que una modelo sosteniendo un tazón de cereal. Hay quizás un darwinismo despiadado en las leyes de la mercadotécnica.

Ahora será acertado hacer una distinción apropiada del término “publicidad subliminal”, ya que a lo largo de las pesquisas nos chocamos con la curiosa contradicción de personas que aseveraban que toda publicidad lo era... y personas que negaban férreamente que existiera. Citando el inciso F del artículo 81 de la ley 26.522 de emisión de publicidad del COMFER: “No se emitirá publicidad subliminal entendida por tal la que posee aptitud para producir estímulos inconscientes presentados debajo del umbral sensorial absoluto”. El preámbulo del Código de Ética y Autorregulación Publicitaria del CONARP en la sección III, artículo 15 dice lo siguiente sobre lo subliminal: “Ningún mensaje puede incluir técnicas dirigidas a inducir su percepción subliminal por parte del receptor sin que éste pueda reconocer que se trata de un aviso”. A continuación, entonces, definiremos el contenido subliminal como aquel contenido (imágenes o audio) que está por debajo de la capacidad natural de percepción humana y que solamente es captado inconscientemente, y la publicidad que hace uso del contenido subliminal para coartar la libertad de elección del espectador como publicidad subliminal.

Fotogramas fantasmas, pueden resultar un bochorno

Entrevistas exclusivas a Axelexa y Laicagm, personalidades del ambiente underground de los videos finiharios (creadores de cortometrajes artísticos con contenido subliminal), dejaron en claro que sería posible, en el marco de una publicidad, jugar con los elementos y colores necesarios para crear mensajes ocultos complejos. Aunque, no obstante, una publicidad de contenido explicito que apela a las necesidades físicas o emocionales de la persona seria más funcional, señalan ellos. Como también asevera Citlalli Hernandez (estudiante de Publicidad de la Universidad de Oaxaca, México): “En el caso de que tuviera que hacer una publicidad subliminal, sería retomando algún aspecto sexual, puesto que esa es la mayor necesidad física e incluso emocional”. Necesitábamos a alguien que hubiera intentado hacerlo. La providencia se llamó Ariel Di Marco, director de cine y profesor de herramientas audiovisuales para el stop-motion y documentales en el instituto privado de cine BAC.
“Sobre el cuadro oculto… es una persistencia: percibís algo, pero no llegando a identificar qué es, salvo que se dé en una repetición. Es un concepto llamado persistencia retiniana. En su momento, hace varios años, hice unos experimentos, una película, con Súper-8, pegando una serie de cuadros en un rulo para que el proyector pasara siempre la misma secuencia. Para probar, en plan experimental, probábamos poner fotogramas porno en una imagen que no era porno, para generar lo que hizo después esta película El club de la pelea, que narra esa cuestión. Si uno intercalaba los fotogramas con alguna frecuencia, terminaba siendo perceptible y el espectador se daba cuenta: resultaba un bochorno… Entonces tiene que ver con la cantidad de cuadros y con la frecuencia, si uno los pone a determinada frecuencia que se hace perceptible para el espectador, pierde el sentido de lo que se trataba, de que no fuera perceptible”. “La publicidad es subliminal por definición, al menos la de esta época. Yo no veo una sola publicidad, ni una sola, que te diga “consumí, nene”, pero en realidad todas me quieren decir eso. Entonces, si no me lo dicen de frente, ¿no es subliminal?” reflexiona Juan Pablo Bermudez, periodista, expublicista y profesor de publicidad. Efectivamente, toda publicidad apela a mecanismos inconscientes relacionados con necesidades humanas. “Le están vendiendo a un loser que por comprarse un teléfono cree que va a ser un winner y que va a tener a todas las minas tiradas a su disposición. Igual que las publicidades de auto: el tipo que se levanta a la mina porque tiene auto. ¿Y después el auto te entra en la cama? ¿Entendés? ¿Cuál es grado de consciencia para que eso funcione? Porque es un engaño y si ese engaño funciona hay algo en el plano inconsciente que nos están trabajando todo el tiempo".

Honestamente, no creo que haga falta publicidad subliminal…, exclamaron Di Marco, Bermudez, Hernandez y los finiharistas.

Pablo Bermudez insiste sobre esa idea: “Y te voy a dejar como ejemplo una publicidad: hace algunos años había una publicidad de un pibe que era terriblemente narigón, pero así ya grotesco, que se levantaba a LA minita por el auto. Y la publicidad terminaba diciendo: “Un auto diferente te hace sentir diferente”. ¿Sabés por qué te digo que no creo que necesite de la subliminalidad? Porque eso que dice esa publicidad es lo que yo aprendí como recurso indispensable de la publicidad: yo veo que una publicidad me pone frente a los ojos lo que debería ser un recurso de la creatividad puertas hacia adentro y me lo hace manifiesto. “Boludo, te estoy diciendo que por tener este auto no te vas a sentir narigón”. Pero como te decía antes, nadie le explicó al pibe que en la cama al auto lo tiene que dejar afuera. Es él, con su nariz y la mina, ese es el único problema. Y otra cosa: no era un feo pibe, tenía una nariz grande, pero no era un feo pibe. La pregunta es: ¿por qué te tiene que molestar una nariz grande? Ese también es un detalle. ¿Porque me lo dice la publicidad…?”. “Uno termina o accede a determinado producto que hacen que seamos de determinada manera, formemos parte de determinados grupos debido a tal ropa o bebida, etc.”, sentencia María Bonilli, profesora de Psicología Social en la UBA.

Sonidos siniestros al derecho y al revés
Se habla mucho, también, del audio con contenido subliminal: al invertir tal o cual audio, escucharemos un mensaje de odio, de satanismo, de enlistamiento a la marina. “Casi cualquier sonido invertido tiene algo un poco siniestro porque es algo en parte reconocible y a la vez extraño, como un sonido de respiración, de succión, como si el sonido terminara para atrás”, señala Di Marco.
“Es interesante en un sentido artístico, como hace Lynch al final de Twin Peaks, cuando el enano se le acerca al moribundo y le dice: “El ritmo que te gusta se volverá a poner de moda”, bailando al revés y hablando al revés, y así mismo Lynch lo pasa al revés. El sonido está compuesto de capas, cuando uno lo edita se da cuenta de que hay millones de cosas que aparecen ahí. Cuando uno se pone a trabajar con algún nivel de detalle se da cuenta de que cualquier ambiente está formado por multitud de sonidos, muchos de los cuales no percibís y, al mismo tiempo, los percibís. Ahí hablamos de algo subliminal, estrictamente hablando”. “El famoso "audio invertido" solo da la entrada a la curiosidad, o da aviso de que existe un mensaje”, aclara Laicagm, el finiharista. ¿Pero para qué dar aviso de un mensaje oculto? Además de fines artísticos, ¿para qué dar un mensaje oculto si el mensaje explicito cumple perfectamente su cometido?

Casi cualquier sonido invertido tiene algo un poco siniestro, porque es algo en parte reconocible y a la vez extraño.
Como un sonido de respiración.
De succión, como si el sonido terminara para atrás.

El jardín del Pegaso*
Las imágenes con subimágenes ocultas tienen una tradición. Al respecto, Di Marco ofrece un ejemplo: “En El jardín del Pegaso, Van Gogh mete en una imagen de un paisaje de un parque un montón de imágenes. Si uno invierte el cuadro, por ejemplo, se ve un caballo alado, el Pegaso. Y si lo seguimos dando vueltas, encontramos imágenes de gente que él admiraba. O incluso usa la anamorfosis: cuando se ve, por ejemplo, el reflejo de la pintura en una superficie curva, se encuentra un dibujo que de otra manera no se puede ver. Es una técnica con tradición desde la pintura y que eso aparezca en dibujitos de Disney es algo complicado, escabroso. ¿Hasta qué punto no será algo que el dibujante hace sin darse cuenta? Hay un libro que leí en la facultad que analiza esto, se llama Para leer al Pato Donald, en donde habla específicamente de estas cuestiones que surgen en Disney”.
Cuestiones que implican una inconsciente transmisión de la corrupción innata del individuo en su obra, como Cuentos al Contemporáneo analiza en su sección de críticas, claro que el poner una imagen oculta requiere de un estado de consciencia activa y, por lo tanto, de una intencionalidad en el acto. No obstante reconocemos esta como la técnica más viable para la implantación de mensajes subliminales... Por supuesto que se requeriría talento para crear un mensaje profundo, dirigido a las necesidades más intrínsecas del humano contemporáneo y, así mismo, relacionado con el producto. 

Honestamente, no creo que haga falta publicidad subliminal…, exclamaron Di Marco, Bermudez, Hernandez y los finiharistas.

“No hemos detectado publicidad subliminal”

Tales palabras declaró Pablo Hernández, jefe del Departamento de Publicidad del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER). Transcribimos un fragmento de la entrevista con él.

¿Actúan por denuncia?
Nosotros tenemos fiscalización propia y podemos recibir denuncias de cualquier ciudadano, por supuesto, en lo que tenga que ver con el cumplimiento de la Ley de Radiodifusión. Nosotros somos la autoridad de aplicación de la Ley de Medios, no de otras cosas. También un ciudadano puede intervenir directamente, ir a hacer un recurso judicial y considerar ir a Defensa del Consumidor y decir "hay publicidad subliminal".
O sea que no hay antecedentes de denuncia ni de detección
Aunque no soy tan antiguo en la casa, no conozco casos de publicidades subliminales que hayan sido detectados o sancionados. Es un recurso realmente muy complicado. Además, el que lo hace se expone no solo a una sanción, sino también a un escarnio público.
En el hipotético caso de que haya una publicidad con contenido subliminal, ¿cómo son los mecanismos de filtro para ver si lo tiene o no lo tiene?
En principio lo deberían detectar nuestros fiscalizadores, que son personas, por lo cual también hay una capacidad de detección respecto de esa publicidad que mucho tiene que ver con la persona que esté mirando. No hay un adiestramiento particular del fiscalizador respecto a la publicidad subliminal, para que busque específicamente eso. Simplemente podría percibirlo por la destreza de estar mirando hace muchos años.
¿Entonces desde la sanción de la primera ley no hay antecedentes?
La primera ley de radiodifusión de Argentina ni siquiera contemplaba la publicidad subliminal como posibilidad, no hay ninguna mención. Salvo en la ley 2285 del año 80, ahí es la primera vez que hay una mención específica, y en la nueva. Pero en el antecedente regulatorio siempre estuvo penada la publicidad subliminal, cuando hubo mención.

Nos resuenan las palabras de Di Marco sobre los fotogramas fantasmas: “Tiene que ver con la experiencia, con el grado de entrenamiento que uno tenga para percibir estas cosas. Cuando yo edito me doy cuenta cuando hay, por error, un fotograma negro, pero entiendo que hay un montón de gente que no lo percibe. Tiene que ver con el hecho de un ejercicio de acostumbramiento al trabajar con esto”.

A fin de no abusar ad eternum de la buena predisposición del lector con toda la vorágine de testimonios, razonamientos y demás. Señalaré sencillamente que, por más terrible que sea la leyenda urbana sobre la publicidad subliminal, la publicidad tan aparentemente inofensiva que vemos a diario es la que le está licuando el cerebro a la sociedad con mensajes aterradoramente explícitos y, al mismo tiempo, con una intencionalidad oculta que, en un sentido muy sutil, podría llamarse subliminal. Los verdaderos monstruos no están ocultos en películas prohibidas o misteriosas ni en el último fotograma de la película del Pato Donald, están en su televisión y en horario estelar. Ud. elige, mi querido lector, seguir alimentándose de esa publicidad. Por supuesto entendemos que es una jaula de hierro que abarca más allá del televisor, está en Internet, está en el subterráneo, esta observándole desde enormes edificios o desde dentro de su heladera. Pero ahora Ud. conoce la verdad.
Sin otro particular,

Atte.
Mr. Nemo

*Como dato de color, nunca pude hallar esa pintura. Ni al redactar esto ni ahora, nueve años después, que he vuelto a corregirlo.

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