jueves, 15 de agosto de 2013

El animal en la vida del niño



Son muchas las funciones que cumple el animal en la delicada conformación de la personalidad infantil. Recordemos ahora que, más allá de la simpatía virtual que el animal despierta en el infante a nivel editorial como un mercado fácil, es de fondo una elección de parte del adulto narrador que determina que el animal sea personaje o protagonista.
Socialización. "Es el proceso mediante el cual alguien aprende los modos de la sociedad en tal forma que puede funcionar en ellos. La socialización incluye tanto el aprendizaje como la internalización de las pautas, valores y sentimientos apropiados". Elkin – El niño y la sociedad.
De esta manera el adulto le enseña al niño cada una de las posiciones que existen en la estructura social así como las conductas esperadas de alguien que ocupa un status dado (o roles). La enseñanza cobra forma con el uso del animal como pretexto para fomentar conductas en el niño (ejemplo: promover la precaución ante lo desconocido). La socialización no se reduce al aprendizaje de roles y al status, sino a la progresiva organización de la constitución del Yo, la identidad, la diferenciación del Otro. Algunas de las características predilectas de los animales para los niños son su tamaño diminuto y su condición de hijos (fijado por el diminutivo. Cerdito, caballito, etc.). No son estéticamente privilegiados ni pertenecen a una alta escala zoológica, facilitando así la identificación. La picardía y la astucia permiten a los animales pequeños vencer a los grandes, que demuestran ser, por lo general, torpes. La necesidad de protección y seguridad es también tratada en el cuento infantil, donde se requiere como condición el rol de obediencia del niño. El hecho natural del crecimiento y la amistad forman también parte de esta enseñanza de socialización. La amistad engloba aquí diversos roles que, supone, debe cumplir el individuo:
El rol de la cooperación
El rol de la gratitud
El rol de la generosidad
Algunos autores hacen un uso diferenciado quizás inconsciente del animal. Son aquellos que, preocupados por hacer una tajante distinción entre el mundo instintivo y el racional, adoptan una actitud negativa frente a las pulsiones animales de las que se deberá despojar el niño para lograr una adecuada socialización-, olvidándose del estado premoral del personaje.

Contacto con la naturaleza. Distinguiendo dos grupos en relación con la naturaleza. Al niño de las grandes ciudades el animal le abre un panorama de dimensiones habitualmente desconocidas. El de las zonas rurales, en cambio, se afianza en su medio natural; el relato es confirmatorio de sus experiencias de dominio del campo animal sobre la base de resultados de una observación directa.
Teniendo en cuenta la dificultad en las grandes ciudades para tener contacto con la naturaleza, es notable que la literatura infantil disponga de un lugar adecuado para ello.

Apertura a interpretaciones de la psicología profunda. El animal le permite al niño, como objeto transicional, dejar su narcisismo primario para acceder a otros objetos de amor distintos de él. Como objeto de desenvolvimiento afectivo, es un medio de socialización, un elemento que permite el posterior pasaje a otros seres. Por eso en la adolescencia y en la madurez declina notablemente el atractivo por el animal, que pierde prestigio con el crecimiento. Ha cambiado el foco de atención: el hombre es ahora el centro privilegiado y el animal se vuelve simple accesorio o medio. 

Animal y edad del destinatario
Desde el nacimiento hasta los 2 años y medio, el niño no establece diferencias absolutas entre hombres y animales. Como no piensa en términos de externo-interno y todo es para él real, incluso se produce la indiferenciación entre juguete y animal de verdad. Esta etapa es casi ignorada por escritores y  editores. La producción, más que literaria, se resuelve por medio de imágenes de animales sueltos o secuencias mínimas muy simples, con ausencia casi total de texto.
Para los niños de 2 años y medio hasta 5 o 6 años, los textos presentan cortos relatos con secuencias simples de personajes animales humanizados. “Todas las cosas que el niño conoce, siente o ve las reconoce como la totalidad del mundo y formando parte de la realidad externa. Nada es para él interno y subjetivo” (Piaget). Se trata de que cada animal actúe de acuerdo con sus características reales, pues ello ayuda al niño a situarse en el mundo y comprenderlo.
De los 6 a los 9 años la visión objetiva se acentúa. Abandonando el egocentrismo, el sociocentrismo requiere el afianzamiento con los seres y objetos predilectos. El progreso en el campo intelectual-cognoscitivo hace que el niño tome un contacto más agudo y efectivo con los animales. Es el período del cuento y, especialmente, del cuento con personaje animal dotado de vida propia.
En el período que se extiende desde los 9 hasta aproximadamente los 12 años, el animal casi desaparece como protagonista con vida propia. Es complemento del cuadro narrativo.

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