jueves, 1 de abril de 2010

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El soldado de plomo
En 1838, en Dinamarca y en pleno contexto de la gestación de la revolución contra la monarquía absolutista (las repercusiones de la Revolución francesa ya habían llegado a los países nórdicos), Hans Christian Andersen, actualmente reconocido autor de cuentos infantiles clásicos, publicaba El soldadito de plomo, una historia cruda de un hombre tullido que debe permanecer en primera fila porque desea a otro juguete, también inválido (aquí debo detenerme, suspirar con afectación y tipear acrotomofilia: atracción por los miembros amputados. Ya es la segunda parafilia que leemos en cuentos infantiles…). La historia termina con muertes, inmolaciones en fuego y un realismo mágico algo fuera de contexto constituido por una metamorfosis.

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